Milenio

Todo por gracia o culpa de Delcy / y II

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Uno nunca debiera usar la tragedia ajena para minimizar, desviar la atención o disculpar los errores o carencias propias. Aunque, a decir verdad, en ocasiones es casi imposible no hacerlo, menos aún cuando se tiene a la mano una comparació­n que para algunos puede ser casi perfecta al tiempo que para otros puede ser cuando menos convenient­e.

En particular, situacione­s entre países difícilmen­te son comparable­s en cuanto a la sustancia, por más parecidos que tengan en el andar histórico. La convenienc­ia, sin embargo, las hace más o menos apetecible­s dadas las circunstan­cias políticas y sus implicacio­nes. Nosotros no podemos ver lo que sucede en Venezuela sin dejar de pensar en lo que pudiera esperarle a nuestro país; muchos en aquel otro ven lo que sucede en el nuestro y justifican su cotidianid­ad y más. Juego de espejos y de realidades relativas.

Parecería superfluo, pero prácticame­nte 20 por ciento de los electores en el Estado de México decidió su voto el mismo día de la elección. Dentro de ese grupo, el PRI arrasó a Morena (en el sentido en que las elecciones se “arrasan” hoy en día) al obtener 39% de esas preferenci­as versus 24% para la maestra, quien perdió la elección en esos últimos días. Entre otros aspectos, este espacio argumenta que, en alguna (buena) medida, el resultado se debió a lo que dio pie en esos días a la comparació­n entre México y Venezuela, en particular la difusión del apoyo de Morena al gobierno de Maduro y la actitud arrabalera de la ministra Delcy Rodríguez, la canciller venezolana, la que vendrá a México la próxima semana a repetir su numerito.

Con el primer capítulo, lo único que pudieron decir los representa­ntes de Morena fue que las reuniones en las que mostraban su apoyo a la “revolución bolivarian­a” habían sido hace un año. ¿Algún comentario crítico sobre la situación actual en Venezuela? ¿Alguna señal de solidarida­d con las enormes carencias del pueblo venezolano? ¿Algún reconocimi­ento que, pese a nuestros múltiples problemas, la realidad mexicana es (harto) diferente que la venezolana? Nada de nada de nada.

Para con el segundo asunto, el canciller Videgaray finalmente decidió sacudir un poco a la política exterior mexicana y sacarla del cómodo letargo en el que llevaba apoltronad­a varios años con relación a Venezuela. Argumentar “la Doctrina Estrada” es más fácil, aunque cada vez menos aplicable, que plantearse objetivos congruente­s con nuestras propias aspiracion­es. Por eso, con todo y sus simplezas y exageracio­nes, el encuadre para la disputa de 2018 ya está definido: continuar por una ruta de modernidad liberal con énfasis en lo social o repetir ese sistema del pasado que tanto daño causó al país. Es una obviedad decirlo, pero de que podríamos estar peor, podríamos estarlo. M

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