La guerra, convertida en objeto de consumo
La sociedad del espectáculo exige cada vez imágenes más grotescas, asegura el autor
En tiempos en que los medios digitales permiten la difusión masiva de todo tipo de información y conocimiento, las imágenes se han visto sometidas a una gran presión para responder a las necesidades de ciertos grupos.
A partir de ello el escritor español Jorge Fernández Gonzalo escribió Iconomaquia. Imágenes de guerra, un ensayo “sobre una realidad que no contemplamos”. “Venía de hacer Filosofía zombi, donde reflexionaba sobre cómo funciona el mundo de la imagen, la sociedad del espectáculo, a través de figuras míticas, de imágenes cinematográficas, como las del mundo de los zombis. “Lo que quise hacer aquí fue trasladar este campo de estudio a un universo que, en principio, se supone más real, el de los fenómenos bélicos, pero que a la larga maneja los mismos procedimientos semióticos, las mismas lógicas y tecnologías de percepción”, explica.
Con este libro el autor obtuvo el octavo Premio Málaga de Ensayo, convocado por el Área de Cultura del Ayuntamiento de Málaga y la editorial Páginas de Espuma. Parte del convencimiento de que al acercarnos a una imagen bélica se está mediatizando, lo que beneficia a los medios y a la clase social que promueve determinadas opiniones e ideologías. “Pero no me quedo allí: también es parte de la propia lógica del sistema en el que estamos enraizados. Nuestra sociedad del espectáculo exige cada vez imágenes más grotescas, más obscenas, y nosotros nos vemos arrastrados por esa vorágine. No solo es en beneficio de unos pocos, sino también es la propia máquina la que nos absorbe y nos utiliza”.
“Todos somos culpables de reproducir y viralizar determinadas imágenes en la red”, sostiene
Que una gran parte de la sociedad cuente con un teléfono celular que toma fotos se ha convertido en una ventaja, con muchas desventajas para los mismos medios, dice Fernández Gonzalo, porque cuando hay una contienda bélica o una manifestación, todo mundo puede hacer una fotografía, “entonces todos somos culpables de reproducir y de viralizar determinadas imágenes a través de la red. Y no solo eso, sino de hacer que ciertas ideologías se reproduzcan a favor de nuestro pequeño acto de hacer click a un artículo o a una imagen. Hablo desde mi posición de occidental, de europeo y español, y sé que es una situación o un contexto un poco distinto al de México”.
En España, explica, los fenómenos bélicos se viven desde otra perspectiva, mientras que en México se experimenta de manera más compleja porque hay un clima bastante dañino y perjudicial, en el que no se puede ver la guerra “con la pasividad con que la puedo ver yo”. “Quería analizar no solo las imágenes de guerra, sino especialmente nuestra propia posición como espectadores pasivos que no tienen una relación directa con el fenómeno bélico, que podemos estar tranquilamente viendo la guerra a través de Facebook, pero que aun así sentimos una cierta implicación y convertimos la guerra en un objeto de consumo de masas”. m