La lucha no ha terminado
La larga, sinuosa, lenta y muchas veces trágica lucha por instaurar la democracia en nuestro país no ha concluido aún. Derrotamos al presidencialismo pero caímos presos de la partidocracia. El sistema político monopólico y antidemocrático del capitalismo mexicano es el factor esencial que ha mantenido en la opresión y el atraso a nuestra sociedad. Ayer, con el monopolio de la presidencia autocrática. Hoy, con el monopolio de los partidos políticos. Siempre mediante la corrupción y la depredación de los recursos sociales desde el gobierno.
El sistema político monopólico hoy es controlado y usufructuado por cuatro partidos y sus apéndices:
El PRI es un viejo aparato corporativo que aplicó una política represiva muchas veces criminal y condujo al desastre económico, social y cultural al país. Sus integrantes son beneficiarios de la depredación social más larga en el mundo; forjó a los grandes grupos de poder político y económico concentradores de la riqueza, y generó un país de miseria escandalosa. Nadie que haya gobernado desde el PRI tiene autoridad para hablar a nombre de la democracia, la libertad o la igualdad.
El PAN surgió originalmente como opositor al cardenismo desde posturas de la derecha demócrata y mantuvo esa conducta muchos años, actualmente es la nueva cara del mismo sistema, los mismos grupos oligárquicos depredadores y las mismas políticas económicas y sociales.
El PRD y Morena, ambos, son una mezcla de las “izquierdas” electorales con la disidencia nacionalista del PRI; son un aparato clientelar dominado por ex priistas y grupos de intereses pequeños y mezquinos, que poco tienen que ver con las grandes mayorías trabajadoras y el desarrollo integral del país. Estos grupos se integran cada vez más a la oligarquía, como se expresa en el equipo de Morena con Alfonso Romo, Esteban Moctezuma y otros.
En el conjunto de la partidocracia, por la altísima propensión corrupta de la inmensa mayoría de sus miembros, es creciente la penetración del crimen organizado.
La partidocracia, junto con sus intelectuales y sus líderes de opinión, tiene secuestrado a México, como antes lo tuvo el presidencialismo autocrático.
La lucha no ha terminado. M