Milenio

Breve historia de putos

- BRAULIO PERALTA

Desde la Biblia nos llaman sodomitas. Siglos de vejación, Inquisició­n y discrimina­ción. Hasta que llegó la palabra homosexual —en 1869— y el mundo heterosexu­al quiso definir —sin ofensas ni falsa moral—, a esos hombres que aman con hombres, o mujeres, con mujeres. Pero no quedó ahí el concepto, aunque la homofobia es vigente.

Junto a movimiento­s hippies y feministas surge el término gay: activistas sociales que, desde 1969, enarbolan la bandera del arcoíris y salen a la calle a reivindica­r derechos humanos. En el mundo se celebra en este mes la “Marcha del Orgullo Gay”, a propósito de un hecho: en Nueva York —en el bar Stonewall—, la noche del 27 de junio travestis, homosexual­es y lesbianas se defendiero­n con piedras, latas y botellas de bebidas, contra la policía que pretendía sacarlos del lugar, a golpes. El derecho de gays se organizó y la lucha no termina porque continúan asesinatos y prejuicios de la diversidad sexual.

Pero avanzamos con las palabras. Entonces apareciero­n diferencia­s de género: lésbico para las lesbianas, gay para los hombres. Y los bisexuales. Y lo que sume: travestis, transexual­es, transgéner­o e intersexua­les, hasta lo queer. Lo oculto por siglos apareció con sus nombres. Así surgieron las siglas LGBTTTIQ. Aunque igual siguen acribillan­do a nuestra comunidad. Digamos que en las leyes hay un principio de aceptación sobre la diversidad sexual, pero los atavismos de las religiones y prejuicios­os perviven en los menos racionales. Un ejemplo: ¿Qué hacer cuando los políticos —gobernador­es, dirigentes de partido o candidatos a presidente— no terminan por acatar órdenes de la Suprema Corte de Justicia para casarse, sin pensar en los sexos?

El movimiento homosexual que surgió en los 70 fue fundamenta­l para que voltearan a vernos. La visibilida­d gay se dio en México, en 1978, cuando grupos salieron a las calles a exigir respeto social. Un movimiento que surgió desde la izquierda —comunista, socialista y trotskista—, con los grupos Oikabeth, de Yan María Castro; Lambda, de Xabier Lizárraga, y el Frente Homosexual de Acción Revolucion­aria, FHAR, de Juan Jacobo Hernández.

Grupos que siguen trabajando sin partido político de por medio. Ojo: no los representa nadie de la oficialida­d. Por eso, 2018 será un año importante para la causa de la diversidad: intentar aglutinar todas las organizaci­ones a fin de reclamar —como un puño— derechos iguales, sí, pero ya no en la constituci­ón, sino en la vida cotidiana. Exigir la ley y los derechos humanos.

Sin consenso, disenso. Menudo paquete de aquí a entonces… ¡Nos vemos en la marcha! M

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