LIBERARSE
Creo que la única forma de llegar a eso es con un auténtico anhelo de libertad, todas esas restricciones que te pone el diseño o el trabajo o el presupuesto, para pintar no funcionan, y el momento en que decidí dedicarme a la pintura ya no era tan joven, creo que tenía 35 años. Fue una decisión madura, me costó muchísimo trabajo romper con todo eso que me daba cuenta que no me iba a hacer feliz, o que no tenía nada que ver con lo que yo tenía que decir a través de la pintura. Encontrar una identidad que en aquel tiempo era algo que se valoraba, en este momento incluso es lo contrario, a veces el no tener la identidad es lo que vale. Me planteé con mucha seriedad encontrar un lenguaje, utilizar ciertos materiales, estructurar mis piezas de determinada forma, construir series con rigor. Escribir sobre lo que estaba haciendo me llevó a no creer tanto en el virtuosismo o en el concepto como en el hecho de trabajar, reciclar materiales, dejar de pensar y ver cómo iban saliendo las cosas. Fue la decisión que tomé para poder pintar.