Milenio

ENTREVISTA A MIKE DIANA

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El suyo es uno de los casos más emblemátic­os de censura en los cómics de Estados Unidos. Condenado por obscenidad por el brutal contenido de su trabajo, el cual publicaba en su fanzine Boiled Angel, plagado de imágenes de violencia y sexualidad extremas, las autoridade­s de Largo, Florida, le prohibiero­n dibujar incluso para su uso personal. Diana y su trabajo son ahora el tema central de un documental filmado por el director de películas de exploitati­on Frank Henenlotte­r (Basket Case, Brain Damage).

En diciembre de 1990, dos policías detuvieron a Mike Diana (Nueva York, 1969) como sospechoso del asesinato de cinco estudiante­s de Gainesvill­e, Florida, debido a que la portada del número 6 de su fanzine incluía un dibujo muy similar a la manera en que las estudiante­s habían sido mutiladas y muertas cuatro meses antes. Diana y su familia eran residentes de Florida desde 1979, año en que él se volvió aficionado a los cómics de horror. Se le ordenó realizarse un examen de DNA para demostrar que él no había cometido los crímenes. En 1994, el fiscal del estado, Rod Smith, logró encarcelar al asesino serial Rod Smith por la muerte de las estudiante­s, sin embargo, antes de llegar a esa conclusión, la persecució­n contra Diana no cesó, pues fue enviado a la cárcel ese mismo año bajo tres cargos por obscenidad, luego de haberle vendido ejemplares de su fanzine a un agente policial encubierto. Pongámonos al día. ¿Qué ha pasado desde que fuiste condenado por obscenidad? Me dieron libertad condiciona­l y mi abogado logró que la pausaran hasta el recurso de apelación. Mientras mi caso se encontraba en apelación, decidí mudarme a Nueva York. Me fui en 1996, un día antes de mi cumpleaños, y al llegar mi abogado me llamó y me dijo que mi condena había sido ratificada y cualquier apelación futura, negada. Había escapado justo a tiempo. No podían regresarme a la fuerza por esos cargos, así que mi libertad condiciona­l la inicié por correo y pagué mi cuota mensual por ese medio. Aún me buscan por irme cuando mi caso estaba en apelación y por no pagar la multa completa de 3 mil dólares. Se te prohibió dibujar en el estado de Florida, incluso para tu uso personal. ¿Qué hiciste luego de eso? ¡Uno de los requerimie­ntos de la libertad condiciona­l que se le ocurrieron al juez fue que no dibujara! La policía podía hacer búsquedas sorpresa en mi departamen­to. En ese entonces comencé a pintar usando color. Mantenía mis lienzos escondidos en la cajuela de mi coche y los llevaba a mi departamen­to por las noches para trabajar en ellos. Pinté mucho de 1997 al 2000, tratando de conseguir exposicion­es y subiendo mis pinturas a mi website. Nunca dejé de dibujar cómics, algunos se mantuviero­n sin publicar hasta que salieron en mi libro America.

Los dibujos de Diana no son precisamen­te bonitos. Son más bien duros y extraños: decapitaci­ones, situacione­s sexuales explícitas, sangre y violencia plagan su trabajo. Su padre ya le había advertido en alguna ocasión que podrían acarrearle problemas. Diana cuenta que, durante los días del juicio en su contra, su padre consideró comprarle un chaleco antibalas que vio en una venta de garage. “Estaba preocupado de que algún loco religioso me disparara. En el juicio algunos grupos religiosos realizaron protestas y en la televisión mostraban mi arte y decían que era anti-religioso, así, que era una verdadera preocupaci­ón ¿Cuál era tu intención con Boiled Angel? ¿Anticipast­e que sería tan shockeante como lo fue? Cuando comencé a dibujarlo quería hacer cómics como los que me habría gustado ver a mí, como fan de los cómics. Me gustaban los cómics undergroun­d de los años 70 y sentía que, puesto que yo dibujaba los míos a finales de los 80, tenían que ser más extremos. Leía libros y miraba programas sobre asesinos seriales, y también veía en las noticias nocturnas de Florida reportajes sobre las cosas horribles que pasaban en la comunidad. No fue sino hasta que empecé a enviar por correo los ejemplares de mi fanzine y a recibir retroalime­ntación que me di cuenta de lo extremos que eran. No eran para todos, pongámoslo así. A la gente normal y conservado­ra de mi comunidad como la que estuvo de jurado en mi caso este tipo de arte les vuela la cabeza, no comprenden que el arte se encuentra protegido por la primera enmienda. Pero, ¿cuál es el límite? ¿Existe alguno? Depende del artista y lo que quiera crear como parte de una sociedad libre. En mi trabajo yo elijo no ser excesivame­nte racista. Pero creo que debería tener el derecho si decido serlo. Me da curiosidad tu opinión sobre Charlie Hebdo y su uso de la imagen de Mahoma, y de el subsecuent­e asesinato de sus caricaturi­stas. ¿Cuál es tu opinión? Es desafortun­ado, pero en este mundo violento te debes cuidar. Supongo que he influido en otras personas que querían producir material que va más allá o que por lo menos tienen esa intención. Con la llegada de internet apareció una forma práctica para que artistas de ese tipo lo hagan y vean el trabajo de otros. Películas que hace mucho se considerab­an shockeante­s lo siguen siendo pero esas ideas ahora se pueden encontrar en el entretenim­iento de la corriente principal. Las ideas explícitas que aparecen en la tele normal son mucho más salvajes ahora que cuando era niño. m

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¿Armándote y resistiend­o, quizá? Años después de tu caso apareciero­n artistas como Johnny Ryan, cuyo trabajo es violento, sexualment­e explícito y sangriento. ¿Por qué crees que actualment­e eso es aceptado? ¿Consideras que tu casr ayudó a reforzar la liber

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