Okja–la polémica equivocada
Cuando Pedro Almodóvar como presidente del jurado del Festival de Cannes se pronunció de manera tan enardecida respecto a la película de Netflix Okja, la discusión ya estaba a todo lo que daba, pero el director español la hizo nuclear. Cannes cambió sus reglas y ahora ninguna película que no sea exhibida en salas de cine francesas podrá competir en la fiesta fílmica. Cosas similares se están gestionando con otros premios (para el Oscar hay que tener una corrida comercial al menos de dos semanas en Estados Unidos, por ejemplo) y todo contra la idea de que ya no sea necesario ir al cine para ver cine.
Pero mientras todos discutíamos (y seguiremos) ese tema, poco se habló de esta maravillosa coproducción entre Corea y Estados Unidos, Plan B para ser exactos, la productora de Brad Pitt. Y hay otra cosa que decirse antes de que entremos al tema: hay tantos intereses corporativos que se cuestionan en esta conmovedora cinta que vaya usted a saber si los estudios, que todos son parte de grandes empresas con todo tipo de negocios, jamás la hubiesen producido.
Ahora sí, Okja. Sin revelar demasiado, porque ya la podrán ver en una semana en Netflix, es la historia de una compañía con un pasado bastante turbio que fue retomada por una de dos hermanas (las Mirando) e interpretada por la brillante Tilda Swinton. Ella, buscando recuperar la imagen y respeto que se le perdió a la empresa, pero buscando hacer negocio en un mundo que se está quedando sin comida, crea genéticamente a un “supercerdo” y en un intento de generar buenas relaciones públicas manda a ocho de ellos por el mundo a demostrar lo felices que son.
La historia que procede deja claro cuántas maneras tiene el ser humano de meter la pata partiendo de, en algunos casos, buenas intenciones y en otros la más cruenta codicia. Pero todo coexiste y prácticamente nadie se salva de la implícita crítica que, yo no sé a ustedes, pero a muchas personas ha hecho reconsiderar hasta lo que comen y por qué.
Tiene momentos de risa loca, pero es un humor que va desde lo escatológico (razonablemente refinado considerando el tema en cuestión), hasta lo más negro posible. Y tiene también escenas que en lo personal sé que se me quedaran graba- das en el corazón con un dolor profundo y que a veces cuando las recuerdo quiero volver a llorar.
Los tonos que logra el director coreano Bong Joon-ho son más que sorprendentes. Los ritmos absolutamente diversos y los giros de la historia no permiten que te resguardes en las fórmulas que generalmente nos protegen en el cine (en la mayoría de los casos ya sabemos por dónde va la cosa, aquí vaya que hay sorpresas).
Así que cuando hablamos de la polémica equivocada quiero decir que más allá de en qué pantalla estemos viendo esta película, los cuestionamientos son mucho más profundos. ¿Hasta dónde está nuestro derecho como seres humanos en interferir en el orden natural de las cosas? ¿Por qué no nos importa el dolor ajeno si no es humano? ¿Por qué no nos importa incluso el dolor humano? ¿Cuáles son las tácticas correctas para luchar por lo que creer? ¿Qué es la inteligencia? Y, sobre todo, ¿dónde y cómo puedo adoptar un Okja? Me enamoré, ¿qué les digo?