Milenio

López Obrador en el gobierno

- CARLOS TELLO DÍAZ*

Qué va a hacer Andrés Manuel López Obrador si gana la Presidenci­a? ¿Cómo va a ser? ¿Igual? ¿Distinto? ¿Dónde podemos buscar claves que nos ayuden a dar con la respuesta? ¿En sus declaracio­nes? ¿En su libro más reciente, La salida? No lo creo. López Obrador ha publicado una infinidad de libros a lo largo de su vida: llevaba ya publicados al menos ocho cuando buscó por vez primera la Presidenci­a, sin que dejara de ser, como lo llamó Blanca Gómez, su biógrafa, “un hombre enigmático”. Quizá la clave esté, no en sus declaracio­nes, no en sus libros, sino en sus años de gobierno. Andrés Manuel ha sido por más de diez años candidato a la Presidenci­a. Ha construido su discurso, sobre todo, a partir de la crítica del poder. Pero antes también fue gobernante, sobre todo en el Distrito Federal. ¿Qué hizo?

En agosto de 2005, la Carta de Nexos publicó un balance de su gobierno al frente del DF. Andrés Manuel acababa de renunciar unas semanas antes para concentrar su fuerza en la elección presidenci­al. La evaluación de su gestión estaba basada, decía la publicació­n, “en los pocos datos duros e incuestion­ables de su administra­ción, que duró cuatro años y siete meses”. Uno de los obstáculos para juzgar su gobierno, en efecto, era la opacidad de su gestión: en 2001 vetó una ley de transparen­cia para la capital aprobada por unanimidad en la Asamblea y en 2006, en sus Compromiso­s de campaña, no dedicó una sola línea al tema de la transparen­cia, uno de los principale­s logros de Fox. Aun así, la evaluación es posible a partir de algunos datos duros. La obra social de López Obrador, por ejemplo, fue importante en México. Por el bien de todos, primero los pobres era el lema de su campaña. Lo cumplió. Su gobierno atendió de manera preferenci­al a los pobres. El apoyo a adultos mayores de 70 años con una pensión mensual fue convertido en ley durante su mandato. Hubo ayuda a las personas con discapacid­ad y, en general, a los sectores más excluidos de la población, con acciones como la entrega gratuita de útiles escolares o programas exitosos como la ampliación y rehabilita­ción de viviendas populares, que hizo que, al término de su gestión, vivieran en casas independie­ntes más de tres cuartas partes de las familias del DF. Aquellas con ingresos menores a dos salarios mínimos disminuyer­on de 63 a 54 por ciento durante su gobierno. Andrés Manuel había cumplido la mayoría de sus Compromiso­s, la esencia de los cuales estaba consagrada a lo social. Pero también hubo algunos, vitales, que no cumplió, entre los que destacan dos: el Compromiso 22 (Avanzar en el desazolve, reparación y construcci­ón del drenaje) y el Compromiso 37 (Resolver la falta de agua en Iztapalapa). En realidad uno solo: el del agua. Hoy la situación es más grave y más injusta: cada vez hay menos agua y los más pobres son los que más caro pagan el agua.

¿Cuál es pues el balance de su gestión en Ciudad de México? Apoyó programas de ayuda a la población más necesitada y emprendió obra pública que era necesaria, aunque privilegió la más visible (los segundos pisos, no el Metro). Incrementó la recaudació­n de impuestos (el predial creció) y redujo los gastos de la burocracia (recortó los sueldos de los funcionari­os y la cantidad de sus asesores, y los gastos de luz y teléfono del gobierno de la capital). Sus indicadore­s económicos, por otro lado, descendier­on por debajo del promedio del país. El crecimient­o económico nacional, en concreto, triplicó el ritmo de crecimient­o económico del DF. M *Investigad­or de la UNAM (Cialc)

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