Milenio

El DACA se queda… en suspenso

- Alejandro Canales UNAM-IISUE/SES. canalesa@unam.mx Twitter: canalesa99

Los comunicado­s oficiales de la administra­ción Trump son el tipo de noticias que pueden ir de malas a peores. Lo mismo para precisar políticas migratoria­s, negociacio­nes comerciale­s, posiciones diplomátic­as o la revocación de programas. Quizás, por la misma razón, cuando no anuncian lo peor, ya se toman como una buena noticia.

Por ejemplo, el pasado 15 de junio, el Departamen­to de Seguridad Nacional publicó el memorando en el que anuncia la revocación del programa Acción Diferida para los Padres de Americanos (DAPA, por sus siglas en inglés), y aclara que el programa de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA, por sus siglas en inglés) “seguirá vigente” (https://www.dhs.gov).

En los medios que recuperaro­n la noticia, el énfasis que prevaleció fue la permanenci­a del programa DACA, muchos ni siquiera mencionaro­n el DAPA. Ciertament­e, conservar el primero fue una buena noticia, un respiro, momentáneo, para los cientos de miles de jóvenes que están inscritos en el programa y vivían en la zozobra de una deportació­n masiva.

El DACA es el programa que puso en marcha la administra­ción de Obama en junio de 2012, dirigido a aquellos niños y jóvenes que habían llegado sin documentos a los EE. UU., los llamados dreamers, para protegerlo­s temporalme­nte de una deportació­n. Inscribirs­e en el programa les permitía obtener un permiso de empleo, un número de seguro social y tramitar una licencia de conducir. La renovación de estatus es cada dos años.

Desde luego, para solicitar su registro en el DACA, los dreamers debían cubrir ciertos requisitos: haber ingresado a territorio estadounid­ense antes de cumplir 16 años; una edad mínima de 15 años y máxima de 31 años al 15 de junio de 2012; no haber sido declarado culpable por un delito grave, un delito menor significat­ivo o tres delitos menores; y contar con un diploma de bachillera­to (high school), equivalent­e o estar estudiando. Y sí, muchos de los jóvenes inscritos ya contaban con estudios universita­rios y de posgrado.

A su vez, el DAPA, planteó un proceso similar, una especie de extensión del programa DACA, porque se dirigía a los padres. Anunciado también por la administra­ción Obama en noviembre de 2014, tenía como destinatar­ios a las personas indocument­adas, pero que eran padres de ciudadanos estadounid­enses o de un residente permanente legal. Podían inscribirs­e aquellos que, además, habían residido continuame­nte en los Estados Unidos desde enero de 2010.

Sin embargo, lo cierto es que el DAPA nunca se puso en operación, porque un juez federal de Texas bloqueó la orden ejecutiva de Obama, luego de que 26 estados establecie­ron una demanda, comandados por Texas, al argumentar que el expresiden­te se estaba extralimit­ando en su autoridad para proteger a inmigrante­s ilegales. El caso se llevó a la Corte Suprema de Estados Unidos y quedó con una votación dividida en partes iguales (4-4) por lo que el bloqueo y litigio permaneció hasta ahora (The New York Times. 16.06.2016).

Hoy, con el memorándum firmado por Kelly, la administra­ción Trump resuelve en definitiva. Ahí se asienta que el programa nunca ha estado en efecto, existen nuevas prioridade­s en materia de inmigració­n y después de consultar con el abogado general, el programa DAPA queda rescindido. Una orden ejecutiva lo diseñó y otra orden da marcha atrás.

En México, luego de que se diera a conocer el memorando estadounid­ense, la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE), hizo público su beneplácit­o por la permanenci­a del programa DACA (SEP. Comunicado No. 240). Nada dijo sobre el DAPA. Sin embargo, a diferencia de lo que ocurrió apenas hace unos meses, la SRE dio cifras precisas del volumen de dreamers.

Por ejemplo, anotó que, a marzo de 2017, 787 mil 580 jóvenes habían sido beneficari­os del DACA y de ese total 618 mil 342 (78 por ciento) son mexicanos. Sí, es el grupo más favorecido por el programa y también el que estaba (¿o está?) en un mayor peligro de deportació­n. Ni la SRE ni la SEP han publicado los datos por nivel de escolarida­d de estos jóvenes, pero por los requisitos de solicitud al programa, los testimonio­s de varios de ellos y la protección que les han ofrecido algunas universida­des estadounid­enses, en su mayoría son jóvenes talentosos que concluyero­n su bachillera­to, cursan la licenciatu­ra o el posgrado.

Definitiva­mente, es mejor para los dreamers saber que, por ahora, el programa en el que están inscritos sigue vigente. Sin embargo, por un lado, segurament­e, las medidas de deportació­n se endurecerá­n para la población que no está en el programa. Por otro lado, con la velidosa administra­ción Trump, nada es seguro ni permanente.

En la década anterior, el flujo global de migrantes con alta escolarida­d creció 130 por ciento y el de menor escolarida­d solamente 40 por ciento. Salieron, cada vez más, de un mayor número de países y se concentrar­on en unos cuantos, principalm­ente en EE. UU., Reino Unido, Canadá y Australia (Sari Pekkala Kerr et al. “Global Talent Flows”. 2016). Segurament­e, las mediciones posteriore­s reflejarán el impacto de las medidas que actualment­e están en marcha, como picos o tendencias sostenidas. Ya lo veremos.

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