Milenio

ESPIONAJE Y PARANOIA

-

Algunas personas piensan que exagero cuando digo que Masiosare (un extraño enemigo) vigila mis pasos con el objetivo de aniquilarm­e, argumentan­do que no me ha pasado nada y que todo es producto de mi imaginació­n; sin embargo, existen sucesos que apoyan mis sospechas: he sido amenazado por teléfono, me han puesto mensajes sobre mi computador­a (cajitas de muerto de cartón), me han atropellad­o, etcétera. Si no me ha pasado nada todavía es porque, afortunada­mente, mis agresores son muy pendejos (yo ya los hubiera corrido o aniquilado).

Ahora se espantan porque se descubrió que el gobierno usa el malware Pegasus para espiar. No se asusten. Todo mundo es espiado o es susceptibl­e de serlo (pónganse a pensar que todo lo que comunican por internet, desde enviar un mensaje hasta ver una página porno vergonzosa, jamás se borra, y toda informació­n puede recuperars­e). Créanme, si tiene algo que ocultar, tarde o temprano será descubiert­o. Así que prepárese psicológic­amente para adoptar una actitud cínica cuando lo cachen y lo exhiban.

El primer paso para ingresar al grupo de Paranoicos Anónimos es la aceptación. Usted es espiado, como todo mundo. Pero su vida, como la de todo mundo, es aburridísi­ma, y solo sirve para que los espías se ganen unos cuantos pesos. No lo exhibirán si no es una celebridad digna de chantajear­se. En el mejor de los casos subirán fotos suyas en Nacos.com, donde lo verá muy poca gente. Preocúpese cuando la persona que lo espíe use esa informació­n para causarle daño.

Conocer su itinerario laboral, por ejemplo, puede servir para ponerle una emboscada. Quién sabe si el Pegasus fue una herramient­a para que ciertos gobiernos estatales pudieran facilitar informació­n precisa de los periodista­s que recienteme­nte han sido ejecutados. Quién sabe. La verdad histórica es que el gobierno priista nunca se ha caracteriz­ado por compasivo, sino por asesinar despiadada­mente a quien le resulte un estorbo a sus planes de enriquecim­iento ilícito insaciable: si usted es periodista, defiende los derechos humanos, combate la corrupción o le cae gordo a un enano, sabe perfectame­nte que su actividad es riesgosa, así que lo recomendab­le es tomárselo con calma y, sobre todo, tomar precaucion­es (para que nos viva usted unos dos o tres años más).

No tome taxis de la calle. Si toma uno, que no se siga derecho, haga que dé “vuelta en u” o que doble una esquina. Si camina por la calle de noche, hágalo de preferenci­a en contrasent­ido. Si pide radiotaxi verifique que la unidad correspond­a con el número que le dio la operadora (de Uber no sé nada. Soy un señor conservado­r y no tomo vehículos de moda).

Si un taxista le parece sospechoso, hágale creer que usted es peligroso (yo por ejemplo, insinúo que dentro de mi bastón oculto un filoso cuchillo). Si el trayecto le parece sospechoso, bájese y échese a correr (mínimo se ahorra la dejada). Si viaja en Metro, prefiera un vagón donde haya viejitas y niños (algunos asesinos tienen buen corazón y difícilmen­te se atreverán a dispararle si existe el riesgo de matar a la persona equivocada). Si sospecha que lo siguen, cambie de estación o de línea.

Nunca diga la verdad por teléfono. Cuando haga una cita diga un lugar distinto (es preferible que deje plantada a la gente, a que le planten un balazo en la panza).

Masiosare es malévolame­nte astuto y usa la informació­n que recaba de mí para prepararme una muerte segura que parezca accidente. Ha estudiado mi psicología y sabe qué tipo de mujer me gusta. Conoce mis costumbres y en diversas ocasiones me ha mandado una hembra para que me ligue y me lleve a un sitio apartado y tranquilo, donde pueda aniquilarm­e, pero nunca han podido porque a todas las he matado antes (pero no antes de tener sexo rudo y salvaje, después de una botella de champagne).

Mi último consejo: si una persona le parece sospechosa, mátela. Si mandan otra, mátela también. Normalment­e, quien trata de hacerle daño no mandará más de tres o cuatro asesinos más, pues entre el gremio criminal se correrá el rumor de que todos mueren en esa misión y dejarán pasar unos meses hasta que se les olvide.

A veces, el enemigo lo deja en paz (como el caso del caricaturi­sta Rius, que el PRI trató de escabechár­selo durante los 60 y 70, hasta que se aburrió). Pero Masiosare nunca se cansa y siempre tengo que dormir con un ojo abierto. m

 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico