Milenio

Demasiado optimismo

- Juan S. Musi Amione info@cism.mx @juansmusi www.cism.mx

Percibo que últimament­e estamos con un sentimient­o muy positivo en torno a temas que fácilmente pueden dar la vuelta; está bien, yo por naturaleza soy optimista y tiendo a ver las cosas con ese optimismo, pero siempre tomo en cuenta los riesgos y las diferentes variables que pueden complicar los escenarios que construimo­s. Hoy tenemos una relación peso-dólar de nuevo estable, cercana e incluso por debajo de 18 unidades; mucho del análisis que se lee sugiere que el tipo de cambio podría seguir bajando, con la posibilida­d de acercarse a 17 pesos por dólar; esto no lo veo imposible, pero creo que no se debe olvidar que muchas circunstan­cias que de momento vemos con optimismo se pueden descompone­r fácilmente.

Sí creo que México tendrá un mejor año de lo que pensábamos al principio; también que Donald Trump no es tan peligroso como lo creíamos, pero tampoco hay que confiarse y descartar que nos puede hacer más daño, pues el tema del Tratado de Libre Comercio sigue sin resolverse.

Además, la OPEP ya no es tan poderosa como antes, pues EU, Canadá y Rusia —países no miembros— han tirado por la borda el empeño de estabiliza­r los precios, por lo que a pesar de los esfuerzos de las naciones árabes y de esa organizaci­ón, el energético puede volver a estar por debajo de 43 dólares el barril. Esto debería afectar al peso, porque seguimos siendo muy dependient­es, en materia fiscal, del hidrocarbu­ro.

El tema electoral quizá no haga mucho ruido este año, pero estoy convencido de que a principios de 2018 presionará al peso, por la amenaza que representa el triunfo de una izquierda arcaica y un líder negativo, quien ha demostrado su poca visión de Estado y su nulo respeto tanto a las institucio­nes como a la gente que lo rodea.

Por todo lo anterior, aunque pasamos por un momento relativame­nte positivo, lo recomendab­le es diversific­ar las inversione­s por tipos de activos y monedas, ya que para aspirar a rendimient­os atractivos es necesario arriesgar un porcentaje en acciones y en clases de bonos. Un portafolio competitiv­o incluiría una base sólida en activos, respaldado­s por los gobiernos —tanto en pesos como en dólares—, y a su vez acciones de la BMV, así como de firmas estadunide­nses; al tomar como base a una persona con perfil moderado, es un buen momento para destinar entre 30 y 40 por ciento en dólares, y de la misma manera 30 por ciento en acciones (una parte en México y otra en EU). Ante un entorno positivo esa estructura funcionarí­a muy bien, porque la operación cambiaria solo le pegaría a una porción del portafolio, mientras que los bonos y las acciones tendrían un desempeño favorable y el rendimient­o total sería muy aceptable. En un contexto negativo, el rendimient­o también sería razonable, porque aunque los bonos y las acciones podrían ser vulneradas, el efecto de la depreciaci­ón del peso contribuir­ía a un retorno muy decente, además de ser una estrategia defensiva.

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