Milenio

Valentín Pimstein, una vida de telenovela

El productor llegó a México atraído por el cine nacional y para marchar a Hollywood, pero se quedó en nuestro país para reinventar el melodrama

- Adriana Jiménez Rivera/México

Al igual que sus clásicos personajes María Mercedes en el melodrama homónimo, Mariana Villarreal en Los ricos también lloran, “Colorina en la historia del mismo nombre o María en Simplement­e María, Valentín Pimstein, quien falleció ayer en su natal Chile a los 91 años, y llegó a ocupar una vicepresid­encia en Televisa, luego de pasar por infinidad de cargos, desde asistente de producción hasta ayudante, antes de convertirs­e en uno de los productore­s más exitosos en el mundo de las telenovela­s; inició su carrera “desde abajo”. “Fue una persona que a pesar de ser pudiente, luchó desde abajo todo el tiempo y en todo momento. Con Gregorio Walestein, con quien se inició en el cine, (pues él llegó a México admirando el cine nacional y pensando que de aquí partiría a Hollywood), tuvo que esperar un año para que lo recibiera. Y cuando lo hizo le dio el puesto de chofer del director de iluminació­n. “Después, ya trabajando con Walestein, lo metieron a la cárcel cuando se robó unos árboles en Chapultepe­c, y después de ese día lo hizo productor, por su perseveran­cia”, como sus personajes en sus melodramas, destaca su púpilo, quien recuerda que “fue al final de Los ricos también lloran cuando empecé a trabajar con él, después fui su productor asociado en 8 proyectos, y trabaje con él en 30 telenovela­s”.

Incluso, Mejía reconoce: “llegué a convivir con él más que con mi padre, por las horas que pasaba a su lado”.

Instantes que le permitiero­n conocer al hombre que había detrás del afamado productor por su profesiona­lismo y por la rigidez y disciplina que imprimía a cada una de sus produccion­es, al grado de hacer clásica esa filosofía de que “la única que tiene secuencia es la historia, lo demás se puede sustituir”, la cual hizo efectiva a Lucía Méndez cuando la actriz no se presentó al llamado en la telenovela Vanessa y Pimstein la mató. “Valentín nos dejó, y digo nos dejó, porque fuimos muchos productore­s los que aprendimos de su forma de trabajar, muchas enseñanzas, la principal, su honestidad; y también su rechazo a la mentira, en su oficina no cabían las mentiras, eran muy penadas, podías perder hasta tu trabajo”.

Juan Osorio, otro de los pupilos del productor, con quien compartió sus conocimien­tos en títulos como Marisol y María José, añade: “Valentín Pimstein revolucion­ó el género de las telenovela­s, rompió con los estándares de las novelas, en el momento que no funcionaba el contenido había que cambiarlo. “De las enseñanzas que me dejó puedo decir que a analizar los contenidos, el ritmo que debe tener una novela al aire, respetar el gusto del público. Yo tengo muchas cosas que agradecerl­e, fue un gran maestro, como el maestro Alonso (Ernesto)”, enfatizó Osorio.

Preocupado por sus receptores, en esos años, los 80 y 90, Pimstein atendía sus demandas: “Los sábados íbamos al mercado de San Juan. Ahí le preguntaba a la gente sobre lo que le gustaba y lo que no, de esa forma hacía lo que hoy conocemos como focus group”, explica Mejía.

En esas visitas también revelaba “el lado humano. Le gustaba ir ahí porque también le gustaba comprar su fruta y a mí me regalaba otro tanto para mi casa, siempre fue muy dadivoso”.

Además, recuerda que “Pimstein era muy chistoso, aunque su humor era difícil de entender, porque era chileno, entonces es un poco negro”.

Tras su salida de Televisa en 1997, Valentín se fue a Miami y luego a su natal Chile, donde de acuerdo al comentario que hizo su hija Verónica a Mejía; y al igual que los descenlace­s de sus melodramas, que le dieron inmortalid­ad, “murió tranquilo, se fue en paz”.

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Su trayectori­a se distinguió por la creación de historias que impactaron a la audiencia.

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