La mordida más famosa
Como nunca antes, Mike Tyson se dejó llevar por la desesperación, y tras nueve minutos de pelea, en el duelo de revancha ante Evander Holyfield, terminó arrancándole parte de la oreja
Solo detrás de la mordida que le dio Adán a la manzana prohibida, la tarascada que Mike Tyson le recetó en plena pelea a la oreja indefensa de Evander Holyfield se coloca como la segunda más conocida en la historia de la humanidad, por encima de casos como el de los futbolistas Oliver Kahn, de Alemania, o Luis Suárez, de Uruguay, quienes dieron sendas dentelladas a sus rivales deportivos y que si bien fueron escándalos, no llegaron al límite que alcanzó Iron Mike cuando escupió el pedazo de oreja justo enfrente del réferi Mills Lane y los más de 16 mil fanáticos que asistieron al MGM Grand de Las Vegas.
La del 28 de junio de 1997 fue una típica noche calurosa en Las Vegas, donde la pelea entre dos de los mejores pesos pesados del momento jaló la atención de millones de fanáticos alrededor del mundo, pues un hambriento Tyson prometió vengar con creces la segunda derrota de su carrera, una que dolió más pues terminó por nocaut técnico en 11 rounds.
A seis meses de su primer encuentro, minutos antes de que la campana sonara anunciando el primer round, en la esquina roja, Mike Tyson se paseaba como león enjaulado. Mientras que en la esquina contraria, Holyfield con calma, se movía con la serenidad de alguien que sabía lo que tenía que hacer para bloquear las habilidades de su rival. Sabía que podría volver a huir de ese predador que había noqueado a 39 de sus rivales previos.
La pelea no sobrevivió a la gran expectativa que se generó en los meses anteriores, pues mientras los fanáticos esperaban que se convirtiera en una guerra encarnizada en la que Tyson saliera a flote gracias a su fortaleza y pegada, las acciones terminaron a tan solo 11 minutos (contando descansos) de que sonó la campana que anunció el primer round, pues el hombre más malo había hecho algo imposible de creer.
El primer y segundo round fueron crónica de lo inevitable. Holyfield llevaba la delantera en las tarjetas de los jueces y Tyson lucía perdido en el ring, desesperado, sin idea de cómo lastimar a su rival. The Real Deal conocía el camino para desorientar al hombre más malo del boxeo y se asentó en su estilo para lograrlo.
Tyson no se sintió cómodo sobre la lona y se notaba. Se movía, intentaba adaptarse y se encontraba con algún golpe de Holyfield que le rompía el ritmo y tenía que empezar de nuevo con el planteamiento de su ataque. Mientras que Holyfield demostró porqué era uno de los reyes de la época, esquivando los potentes derechazos y ganchos violentos de Mike, y además se dio el lujo de acomodar golpes arriba, abajo, por todos lados, dinamitando la confianza de aquel quien aún buscaba dejar en el pasado la pelea ante James Buster Douglas, en la que fue su primera derrota como profesional.
Para el tercer episodio, la angustia e impotencia de Tyson llegaron al límite, y el oriundo de Brooklyn se quebró, como nunca antes. Un clinch puso a distancia a Holyfield, y mientras Tyson se dejó llevar, Evander perdió la punta de la oreja derecha.
Brincando del dolor y dando manotazos, el réferi no entendió qué pasaba.
“No supe qué pasó exactamente. Solo sabía que me había dolido muchísimo. Pero cuando me dijeron de mi oreja -vaya, soy del gueto- quería regresárselo, patearlo”, explicó Holyfield años después.
Sin piedad, aunque lleno de desesperación, Tyson lanzó una nueva mordida a la otra oreja de Evander, como si se tratara de un león atacando el cuello de su presa. Al final, el réferi tomó la decisión y esa noche, en el desierto de Las Vegas, el león no se impuso, la presa fue la que terminó alzando la mano.
Ahora, a 20 años, ambos voltean a esa pelea de revancha y ríen.
“Jamás podré olvidar ese momento. Estaba muy desesperado, me estaba pateando el trasero y me estaba dando cabezazos", declaró Mike Tyson.