Milenio

¿Qué imputan a los espiados? ¿O es su gen facho?

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El miércoles pasado, gracias al reporteo de mi compañero Carlos Puig, dimos a conocer en MILENIO datos adicionale­s a los que ya se sabían por el trabajo de Citizen Lab: supimos, por un acta administra­tiva cuya copia obtuvo Carlos, que, efectivame­nte, la Procuradur­ía General de la República (PGR) adquirió el malware Pegasus durante la gestión de Jesús Murillo Karam, pero que el software quedó instalado hasta marzo de 2015, días después de que él fue corrido, y cuando Arely Gómez ya era procurador­a.

La fecha exacta de adquisició­n del programa y su costo los supimos el mismo miércoles, 46 minutos después del noticiero de Puig, cuando Denise Maerker dio informació­n adicional en su espacio: fue el 29 de octubre de 2014, con un pago de 32 millones de pesos.

Gracias a lo de Puig supimos también que en un inicio, de marzo hasta noviembre de 2015, quien tuvo operativid­ad sobre el bicho fue el Centro Nacional de Planeación, Análisis e Informació­n para el Combate a la Delincuenc­ia (Cenapi), que depende de la Agencia de Investigac­ión Criminal (AIC). En ese tiempo era comandada por Tomás Zerón.

A partir de noviembre, la procurador­a decidió concentrar Pegasus. El operador del programa fue Christian Noé Ramírez Gutiérrez, quien era precisamen­te jefe de la Oficina de la Procurador­a, y que actualment­e trabaja en la Secretaría de la Función Pública, de la que ella es titular.

Al desmenuzar el acta de cuatro páginas nos enteramos que 25 personas fueron capacitada­s para operar Pegasus y que el usuario (PGR) tenía el poder de intervenir (espiar) simultánea­mente a 500 “objetivos”.

Al día siguiente, Arely Gómez confirmó que la PGR sí utilizó Pegasus durante su gestión, pero que siempre lo hizo “apegada a la ley”. No abundó más, pero eso quiere decir que, de ser cierta su afirmación, hubo jueces que otorgaron permisos judiciales para espiar a quienes hayan espiado, o a quienes hayan intentado espiar los agentes de la PGR bajo órdenes de Ramírez Gutiérrez.

Lo que no sabemos hasta hoy es si fue la PGR la que procuró intervenir los teléfonos móviles (fueron intentos, no se logró, según el informe de Citizen Lab), o si fue gente del Centro de Investigac­ión y Seguridad Nacional (Cisen), que depende de la Secretaría de Gobernació­n; o bien, si se trató de efectivos de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), porque en ambos lugares cuentan con Pegasus, según Citizen Lab. O si fue alguien más: por ejemplo, 12 gobiernos estatales también tienen Pegasus, de acuerdo con la columna de Carlos Marín del viernes pasado, que cita a Animal Político.

Pero lo que creo que es más importante saber, si concediéra­mos el argumento invocado por la ex procurador­a —el de la supuesta legalidad, razón que alegarán también el Cisen y la Sedena—, es qué argumentos jurídicos dieron a los jueces quienes solicitaro­n esos espionajes: qué imputacion­es sustentada­s en qué evidencias tenían contra los afectados. Y qué argumentos esgrimiero­n los jueces para conceder esas intervenci­ones.

O no tenían nada contra nadie y simplement­e dieron rienda suelta a su chip autoritari­o y represivo: espiamos sin orden judicial a quien nos venga en gana porque se nos da la gana. Así, con su gen facho a todo lo que da. Pregunto… M

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