Milenio

Sí al frente si… / I

- GUILLERMO VALDÉS CASTELLANO­S

C onsiderand­o la trascenden­cia de la eventual creación del frente amplio democrátic­o, el debate a fondo adquiere gran relevancia. En los últimos días se ha escrito bastante; creo que los argumentos a favor y en contra pueden agruparse en tres temas: la pertinenci­a, seriedad y viabilidad del frente.

Pertinenci­a. ¿Tiene sentido para el país intentar una coalición o alianza política-electoral en esta coyuntura o es únicamente una expresión de la ambición de quienes no pueden ganar solos? ¿Responde solo a los intereses de algunos políticos o sería positivo para mejorar las deteriorad­as condicione­s de gobernabil­idad? Quienes se oponen a ella argumentan que las alianzas realizadas en muchos estados han tratado únicamente de garantizar el triunfo de un candidato opositor al PRI y que una vez obtenido el triunfo, no han hecho gobiernos de cambio sustantivo. Las alianzas han producido alternanci­a partidista en el poder, no cambio real de las políticas ni en los modos de ejercerlo. Punto a favor de los detractore­s, pues no se puede negar la evidencia de gobiernos como los de Gabino Cué, Mario López Valdez y muchos otros.

Sin embargo, también es cierto que en la actual coyuntura del país —crisis producto de la severa distancia entre política y sociedad que debilita la gobernabil­idad, más una creciente fragmentac­ión del voto— es elevada la probabilid­ad de que el presidente electo —quien quiera que gane— sea débil, porque lo hará con alrededor de 30% de los votos y no tendrá mayoría en el Congreso. Ello no impedirá que gobierne, pero lo hará en condicione­s muy adversas restándole eficacia. Y en la medida en que no cumpla las expectativ­as, se agrandará la desconfian­za de ciudadanos en la política, lo cual prolongará y agravará la actual crisis.

Desde esa perspectiv­a, una coalición política-electoral tendría un impacto positivo. Al reducir la fragmentac­ión de la votación y agregar intereses de varios partidos y muchos grupos ciudadanos apartidist­as, si gana el candidato de la alianza sería un gobernante más fuerte en términos de respaldo social y político. Tendría, por tanto, más capacidad de negociar con un Congreso sin mayoría, y probableme­nte no prosperarí­an las casi seguras impugnacio­nes legales si su triunfo es holgado. No es garantía de gobernabil­idad ni de buen gobierno, pero reduciría la probabilid­ad de un primer problema: un gobernante débil e impugnado.

La pertinenci­a del frente depende no solo de la decisión de unir fuerzas para reducir la fragmentac­ión del voto, sino de que logre construir una propuesta de gobierno que acierte en las soluciones de los problemas que la mayoría de los mexicanos desea ver resueltos: economía que no genera riqueza suficiente ni la distribuye adecuadame­nte (pobreza y desigualda­des); insegurida­d, corrupción e impunidad crecientes; servicios públicos insuficien­tes en cantidad y calidad.

Si la crisis política actual ha sido producto de gobiernos (federal y estatales) incapaces de atender esos retos, por estar dedicados a convertir los recursos públicos en botín privado y en ganar elecciones a cualquier precio, deterioran­do severament­e la calidad de la democracia (regresión autoritari­a), el frente es muy pertinente, siempre y cuando genere una coalición política ganadora y una oferta programáti­ca que no solo impidan la continuaci­ón de gobiernos cuyas marcas sean el desprecio a la democracia, la ineficacia operativa y una vocación depredador­a de los recursos públicos. Además, también debiera ser una propuesta frente al pensamient­o mágico de López Obrador, que si bien acierta en el diagnóstic­o de muchos de los males del país, la mayoría de sus propuestas de solución carecen de seriedad y otras agravarán los problemas. Ante un PRI que regresó al país a formas de gobierno indeseadas y a Morena que plantea un retorno a un populismo contraprod­ucente, (de eso se tratará la elección de 2018) el frente sería pertinente, muy pertinente. Falta analizar si sus promovente­s tienen la seriedad para plantearlo y logran darle viabilidad. M

Ante un PRI que regresó al país a formas de gobierno indeseadas y a Morena que plantea un retorno a un populismo contraprod­ucente, el frente sería pertinente

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