Sí al frente si… / I
C onsiderando la trascendencia de la eventual creación del frente amplio democrático, el debate a fondo adquiere gran relevancia. En los últimos días se ha escrito bastante; creo que los argumentos a favor y en contra pueden agruparse en tres temas: la pertinencia, seriedad y viabilidad del frente.
Pertinencia. ¿Tiene sentido para el país intentar una coalición o alianza política-electoral en esta coyuntura o es únicamente una expresión de la ambición de quienes no pueden ganar solos? ¿Responde solo a los intereses de algunos políticos o sería positivo para mejorar las deterioradas condiciones de gobernabilidad? Quienes se oponen a ella argumentan que las alianzas realizadas en muchos estados han tratado únicamente de garantizar el triunfo de un candidato opositor al PRI y que una vez obtenido el triunfo, no han hecho gobiernos de cambio sustantivo. Las alianzas han producido alternancia partidista en el poder, no cambio real de las políticas ni en los modos de ejercerlo. Punto a favor de los detractores, pues no se puede negar la evidencia de gobiernos como los de Gabino Cué, Mario López Valdez y muchos otros.
Sin embargo, también es cierto que en la actual coyuntura del país —crisis producto de la severa distancia entre política y sociedad que debilita la gobernabilidad, más una creciente fragmentación del voto— es elevada la probabilidad de que el presidente electo —quien quiera que gane— sea débil, porque lo hará con alrededor de 30% de los votos y no tendrá mayoría en el Congreso. Ello no impedirá que gobierne, pero lo hará en condiciones muy adversas restándole eficacia. Y en la medida en que no cumpla las expectativas, se agrandará la desconfianza de ciudadanos en la política, lo cual prolongará y agravará la actual crisis.
Desde esa perspectiva, una coalición política-electoral tendría un impacto positivo. Al reducir la fragmentación de la votación y agregar intereses de varios partidos y muchos grupos ciudadanos apartidistas, si gana el candidato de la alianza sería un gobernante más fuerte en términos de respaldo social y político. Tendría, por tanto, más capacidad de negociar con un Congreso sin mayoría, y probablemente no prosperarían las casi seguras impugnaciones legales si su triunfo es holgado. No es garantía de gobernabilidad ni de buen gobierno, pero reduciría la probabilidad de un primer problema: un gobernante débil e impugnado.
La pertinencia del frente depende no solo de la decisión de unir fuerzas para reducir la fragmentación del voto, sino de que logre construir una propuesta de gobierno que acierte en las soluciones de los problemas que la mayoría de los mexicanos desea ver resueltos: economía que no genera riqueza suficiente ni la distribuye adecuadamente (pobreza y desigualdades); inseguridad, corrupción e impunidad crecientes; servicios públicos insuficientes en cantidad y calidad.
Si la crisis política actual ha sido producto de gobiernos (federal y estatales) incapaces de atender esos retos, por estar dedicados a convertir los recursos públicos en botín privado y en ganar elecciones a cualquier precio, deteriorando severamente la calidad de la democracia (regresión autoritaria), el frente es muy pertinente, siempre y cuando genere una coalición política ganadora y una oferta programática que no solo impidan la continuación de gobiernos cuyas marcas sean el desprecio a la democracia, la ineficacia operativa y una vocación depredadora de los recursos públicos. Además, también debiera ser una propuesta frente al pensamiento mágico de López Obrador, que si bien acierta en el diagnóstico de muchos de los males del país, la mayoría de sus propuestas de solución carecen de seriedad y otras agravarán los problemas. Ante un PRI que regresó al país a formas de gobierno indeseadas y a Morena que plantea un retorno a un populismo contraproducente, (de eso se tratará la elección de 2018) el frente sería pertinente, muy pertinente. Falta analizar si sus promoventes tienen la seriedad para plantearlo y logran darle viabilidad. M
Ante un PRI que regresó al país a formas de gobierno indeseadas y a Morena que plantea un retorno a un populismo contraproducente, el frente sería pertinente