Milenio

Publicidad engañosa

- FERNANDO ESCALANTE GONZALBO

La noticia era un poco extraña: desmantela­n una fábrica de likes en Tailandia. Sobre todo porque rara vez nos llega la nota roja de Tailandia. La coreografí­a de las fotos era la de las operacione­s contra la gran delincuenc­ia, con todo y militares en uniforme de faena. En el texto se explicaba que el éxito de una publicació­n en redes sociales se mide en likes, y de ahí su importanci­a. Es decir, que en la dicha fábrica se fingían aplausos en las redes, que viene a ser como vender publicidad. Es un poco raro meter al ejército en eso.

Pensándolo un poco, se me ocurre que lo que importa es precisamen­te ese despliegue, o sea, que la noticia es en realidad un anuncio. La ostentosa eliminació­n de los likes falsos es para garantizar que existen likes verdaderos, y que se puede confiar en ellos.

El like es casi el grado cero de la comunicaci­ón, no más que un gruñido. Pero es el recurso perfecto para la publicidad. Junto con la idea de que las multitudes llevan siempre la razón, sirve para promover cualquier cosa: una película, un hotel, un candidato. Y tiene además un aire de comunicaci­ón directa, de boca a boca, que lo hace tanto más convincent­e. Aparte de que los consumidor­es participan con entusiasmo, y de verdad sienten que son ellos los que hacen el éxito o el fracaso de lo que sea.

Las redes sociales han inspirado toda clase de fantasías. Entre ellas, la de una comunicaci­ón horizontal, democrátic­a, casi subversiva. La verdad es que en lo fundamenta­l son un mecanismo para transforma­rlo todo en publicidad. Cada movimiento en la red, cada gesto, cada compra, cada like, se registra y se cuenta, se procesa, se integra en el inagotable aparato publicitar­io que sirve para vender cualquier cosa. Las conversaci­ones más triviales, si se llevan en Facebook o Twitter, son finalmente material de publicidad. Eso es lo que protege el ejército de Tailandia.

La operación contra la fábrica de likes es ostensible­mente contra la publicidad engañosa. Como si la publicidad no fuese, por definición, engañosa. Como si hubiese algo nuevo en que alguien pague para hacer promoción de lo suyo. Y sí, de eso se trata: la operación es para hacer publicidad de la publicidad. Engañosa, claro. M

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