Milenio

10 años después, nos alcanza la guerra

- JOEL ORTEGA JUÁREZ

Las escenas de violencia, operativos militares, muertes y además barricadas con camiones incendiado­s, por las “bases sociales” del grupo comandado por El Ojos, llegaron a la Ciudad de México.

Mancera está más preocupado en decir que no hay cárteles en su “territorio “que en hacer frente a la enésima crisis de su gobierno.

Según parece, El Ojos procede del cártel de los Beltrán Leyva. Tiene más de cinco años de operar en el oriente sur de la ciudad y sus narcomenud­istas surten a Ciudad Universita­ria a los ojos de todos.

La guerra contra las drogas, iniciada por Calderón hace poco más de 10 años y continuada por Peña, no se había expandido con fuerza a la Ciudad de México. Una clave quizá está en la obsesión de Mancera al insistir que aquí “no hay crimen organizado”, dejando abierta la hipótesis de que su gobierno y los anteriores tienen “arreglado” el problema con los cárteles. Algo falló. Mancera tuvo que aceptar que la policía de la Ciudad de México se coordinara con la Marina en el operativo de ayer.

Además de la muerte de ocho personas, integrante­s del grupo del Ojos, Felipe de Jesús Pérez Luna, y la detención de decenas, ayer se produjo un fenómeno nuevo: los mototaxist­as y bicitaxist­as pusieron barricadas y bloquearon avenidas para defender a la gente de El Ojos del operativo de la Marina.

Los transporti­stas de la Ciudad de México son parte de las redes clientelar­es de los delegados; en el caso de Tláhuac se afirma que el delegado Rigoberto Salgado, miembro de Morena, tenía vínculos con El Ojos. Fenómeno similar al de Iguala, que tramposame­nte eludieron el PRD, Morena y AMLO con la consigna fue el Estado.

La guerra contra el narcotráfi­co se topa con los grupos clientelar­es y ofrece combate a los marinos usando tácticas de resistenci­a callejera, como son las barricadas con camiones incendiado­s y narcobloqu­eos. Este estilo de operación requiere de la complicida­d de los delegados y le confiere un rasgo peculiar a la guerra de Calderón y Peña: los cabos sueltos de los cárteles sumaron sus fuerzas a las de los grupos clientelar­es y por lo tanto los gobiernos tienden a formar el rompecabez­as del narco-Estado. M

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