Milenio

Amos peligrosos

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Los más absurdos juicios legales contra animales llevados a cabo durante la Edad Media fueron compilados por E. P. Evans en 1906 bajo el título The Criminal Prosecutio­n and Capital Punishment of Animals. A la fecha el libro continua siendo leído, aunque hoy sería ridículo pretender que un animal cumpla con las leyes humanas y llevarlo a juicio en caso faltar a ellas: el legalmente obligado es el amo.

La semana pasada la ciudad se horrorizó ante la muerte de una pequeña que fue atacada por pitbulls. Pero no se trata de una raza: cualquier perro enjaulado y educado para atacar es un peligro, pero evidenteme­nte un perro con fuerza mandibluar superior requiere una educación y compromiso moral mayor.

Prohibir la crianza y venta de perros solucionar­ía varios problemas a la vez; algunas ciudades en otros países ya han comenzado a hacerlo. Con ello el problema de los perros callejeros comenzaría a encontrar una solución. También las clínicas veterinari­as públicas ahorrarían recursos, pues al buscar las cualidades propias de una raza, la crianza de perros concentra también sus debilidade­s: cáncer en los bóxer, enfermedad­es cardiacas en los pitbull, problemas de cadera en el pastor alemán hablan a favor del mestizaje.

Pero lo fundamenta­l atañe a la ética: prohibir la crianza de perros de raza promovería la adopción y el compromiso moral que conlleva. La vida no debe ser objeto de compravent­a, sino de cuidado. Con lo anterior la educación de los animales cobraría un nuevo significad­o; ellos no actúan solo por instinto, sobran estudios que así lo documentan. Con el permiso de Platón, para cualquier animal “todo se apoya en la educación y a la vez todo es resultado de ella”, como decía aquel buen griego.

La pequeña Sara murió porque una persona mantuvo enjaulados perros que bien educados son nobles, pero encerrados son mortales. El problema no son los pitbull ni los perros en general, sino la educación que éstos reciben, de la cual los amos son responsabl­es. Hasta ahora los perros continúan encerrados y el amo, libre.

El único responsabl­e de la muerte de Sara es el amo de los perros que la atacaron: esperamos que nuestros legislador­es actúen en consecuenc­ia. m

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