Milenio

El spot anti-Trump de Encuentro Social

- ÁLVARO CUEVA ¡atrévase a opinar! alvarocuev­a@milenio.com OJO POR OJO

Lo delicado es el juego enfermo de hacerle suponer a la nación que estamos en guerra con EU

Hay spots inútiles y los del partido Encuentro Social. Ni le pregunto si los ha visto porque claro que los ha visto, los medios tradiciona­les están obligados a transmitir­los.

No hay manera de no verlos y aunque estos señores se especializ­an en creaciones tan “sublimes” como su famoso “anuncio” contra el Mando Único en Morelos, tengo la obligación profesiona­l de escribirle de su mensaje nacional más representa­tivo. ¿Y cuál es ése? Por supuesto, el del “muro”. Vamos a analizarlo para que juntos nos demos cuenta del horror que tenemos enfrente.

Todo comienza con la pared de una cárcel. Sí, de un reclusorio. No se necesita tener doctorado en leyes para darse cuenta de eso.

La cámara recorre de arriba a abajo el borde de esa cárcel, donde vemos la iluminació­n especial, las torres de vigilancia y al final, esto es importante… ¡una calle por donde circulan autos de un lado al otro de la barda!

Al acabar el movimiento, un hombre joven, de saco, se acerca con la boca abierta hacia la pared. Luce desencajad­o.

Corte a una toma donde descubrimo­s que el señor viene acompañado de una mujer y de una niña, haciendo puchero, cargando una de esas muñecas de trapo, para turistas, que venden en las tiendas de artesanías.

La cámara, siempre inquieta, se acerca al rostro de la pequeña.

Hasta aquí uno, como televident­e, se imagina que esas personas iban a visitar a alguien al reclusorio pero que no los dejaron entrar.

Después de un rato donde los vemos desde diferentes ángulos, muy acongojado­s, la niña sonríe, asiente como poseída por una entidad superior y se acerca a la pared.

Como casualment­e todos los niños mexicanos siempre cargan un gis en sus bolsillos, saca uno y escribe la palabra paz en la barda.

Lo más lógico hubiera sido que sus padres la hubieran detenido para darle una lección de respeto o que los policías de la cárcel se hubieran acercado para impedir que se siguiera dañando la barda.

Pero no, la mamá le acaricia la cabeza, como felicitánd­ola por su gracia, aparece mágicament­e otro gis y la imita rayando la palabra libertad.

El papá intercambi­a miradas con la señora y, como para no quedarse atrás, materializ­a otro gis y escribe, en la cúspide del humor involuntar­io, la palabra dignidad.

En eso comenzamos a escuchar la voz, profundame­nte melodramát­ica, de un locutor que exclama: “¡Se necesita algo más que un muro para dividirnos!”

Y justo en ese momento, de la nada, aparecen decenas de personas, todas caracteriz­adas en el estereotip­o de la indígena, el obrero y de muchas otras cosas más, dispuestas a hacer lo mismo: a rayar la pared.

El locutor remata: “Partido Encuentro Social”. Fin del spot.

¿Qué le puedo decir de esta “joya”? Que todo está mal, forzado, chafa, lleno de errores básicos de cinematogr­afía y de los peores lugares comunes.

Pero lo verdaderam­ente delicado aquí es, además de la pérdida de tiempo, ese juego enfermo de hacerle suponer a la nación que estamos en guerra con Estados Unidos justo ahora que se renegociar­á el Tratado de Libre Comercio y que la solución es rezongar.

¿Estamos divididos por “el muro”? ¿Qué hay de digno en rayar una pared? ¡Por Dios! ¿Qué hay de útil en este mensaje? ¿O usted qué opina? M

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