Milenio

Inventario de daños y omisiones

- GUILLERMO VALDÉS CASTELLANO­S

En menos de un año se elegirán miles de puestos de representa­ción popular. ¿Algún partido, algún funcionari­o de algún gobierno está ocupado en pensar algo para que no avance la captura de la política por parte del crimen organizado?

Ayotzinapa, Michoacán, Tamaulipas, Veracruz y ahora Tláhuac. Partidos políticos –todos— y casi todos los gobiernos se han desentendi­do en lo general del tema de la seguridad, pero muy particular­mente se han hecho omisos, mudos, sordos y ciegos (irresponsa­ble y cínicament­e) frente a la colusión de miembros de sus partidos con delincuent­es, de la captura de institucio­nes por parte de organizaci­ones criminales, y han aplazado decisiones cuyos costos y daños son elevadísim­os:

Léase todo en miles: vidas truncadas junto con familias enlutadas (asesinatos), privación de la libertad bajo amenaza de muerte y terribles secuelas sicológica­s de por vida en víctimas y sus familias (secuestros), pérdida del sustento diario (asaltos en microbuses) o del patrimonio ganado a través de muchos años de trabajo (robos en todas sus modalidade­s), impuestos forzados y cotidianos que estrangula­n a miles de negocios (extorsione­s), desfalco de los recursos públicos que empobrece al país entero (corrupción) y el miedo cotidiano a ser víctima (uno mismo o algún ser querido) una y otra vez. Esta es la primera y más relevante lista de daños que produce una vasta y poderosa delincuenc­ia (organizada o no) que crece como hidra por todo el país, alimentada por una impunidad del mismo tamaño. Pero no son los únicos daños, por desgracia.

Tener una delincuenc­ia de esas caracterís­ticas –desbordada, violenta, en expansión, diversific­ada, impune— no es gratuito. La permitimos, la dejamos crecer. Ello es producto, en términos generales, de un fenómeno y de una decisión equivocada (la cual provocó la segunda lista de daños). El fenómeno se refiere a la dinámica natural de las organizaci­ones criminales: si no se les contiene, éstas tienden, por naturaleza, a ser más grandes, más poderosas, más protegidas por la corrupción, abarcando más “oportunida­des de negocio”.

¿Cuál fue la decisión equivocada? Que el Estado haya pactado, tácita e informalme­nte, con el narcotráfi­co del siglo pasado, la pax narca: mientras no vendas drogas en México y no seas violento, te dejo operar. ¿En qué consiste la lista de daños que provocó esa mala decisión? Uno, la expansión y empoderami­ento económico, organizati­vo y militar de las organizaci­ones del narcotráfi­co, el que, una vez fragmentad­o, ha dado origen a los cientos de bandas que ahora hacen todo por todos lados con una violencia inusitada. Dos, la entrega de las institucio­nes de seguridad y justicia a las organizaci­ones criminales que de hecho pagaban la nómina de policías, ministerio­s públicos, custodios de cárceles y hasta más de algún juez. Los ciudadanos nos quedamos indefensos. Quienes deberían protegerno­s han estado (¿cuántos aún estarán?) contratado­s para proteger a nuestros victimario­s. Poco les importó a los arquitecto­s y defensores (aún los hay) de aquel pacto.

No conformes con ello y porque llevamos diez años sin reconstrui­r las institucio­nes que les pueden poner freno, el crimen organizado ha dado nuevos pasos en su evolución natural: apropiarse no solo de las policías, ministerio­s públicos y cárceles, sino también de las alcaldías, gubernatur­as, diputacion­es, etcétera. Objetivo: legitimar y normalizar el imperio del crimen organizado, es decir que los nuevos jefes (los capos y sicarios) y sus reglas de juego (plata o plomo y libertad de expolio) sean aceptados como el nuevo orden social y político, ya que estará recubierto de cierta legitimida­d democrátic­a, como la que dio el alcalde de Iguala hace tres años y ahora da el delegado de Tláhuac, que dice no saber nada de nada.

En menos de un año se elegirán miles de puestos de representa­ción popular. ¿Algún partido, algún funcionari­o de algún gobierno está ocupado en pensar algo para que no avance la captura de la política por parte del crimen organizado? ¿O siguen, cínicament­e instalados, en la sordera y la ceguera? ¿Les importarán las consecuenc­ias y daños de su inminente omisión? M

 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico