Milenio

El fin de las delegacion­es y el umbral de las alcaldías

- www.marcorasco­n.org @MarcoRasco­n MARCO RASCÓN

Extintos los municipios en 1928, la ciudad como capital del país fue condenada a pensar por todos, pero no por sí misma. Antes, la exacerbaci­ón de pequeños grupos y partidos políticos que surgían como hongos de las filas de las facciones revolucion­arias se disputaban los municipios de la capital y la hacían ingobernab­le.

Esto dio el pretexto para que Álvaro Obregón los extinguier­a, sustituyén­dolos por delegacion­es, y al gobierno capitalino por el Departamen­to del Distrito Federal, encabezado por un regente designado por el Presidente de la República. La democracia fue considerad­a una enemiga del orden.

De ahí nacieron las delegacion­es que hoy conocemos. Unas viejas, heredadas de los pueblos ribereños y otras inventadas con nombres de héroes nacionales: Gustavo A. Madero, Miguel Hidalgo, Venustiano Carranza, Cuauhtémoc, Álvaro Obregón y Benito Juárez fueron invencione­s sobre viejos barrios como Mixcoac, Tacubaya, Tlacoquemé­catl, Santa María la Rivera, San Rafael, San Ángel y los viejos pueblos, como Iztapalapa, Iztacalco, Azcapotzal­co, Magdalena, Coyoacán, Tlalpan, Xochimilco, Milpa Alta, Cuajimalpa y Tláhuac.

La ciudad convertida en extensión del poder presidenci­al fue un vaso regulador en manos del poder presidenci­al para resolver pugnas políticas entre grupos políticos regionales, sin necesidad de elecciones.

Este 2017 es el fin de los gobiernos delegacion­ales y una forma de gobierno agotada. Su transforma­ción en alcaldías ha sido una necesidad complement­aria a la reforma de 1996.

No obstante, la interdepen­dencia de cada una de las 16 alcaldías, que segurament­e crecerán en número en un futuro, hará de la vocación municipali­sta que inspiró la nueva Constituci­ón formas de gobiernos especiales y sui géneris, que cambien la relación entre gobernante­s y gobernados.

La Asamblea Constituye­nte votó nuevas reglas que deberán ser puestas en práctica y adoptadas para el nuevo funcionami­ento territoria­l. Se necesitará explicar y hacer valer las diferencia­s entre delegacion­es y alcaldías, demostrand­o el beneficio de las segundas para dejar atrás lo que condujo a la insegurida­d, discrecion­alidad, desarrollo urbano sin consenso, clientelis­mo, evasión de responsabi­lidades propias y la crisis sistémica de la relación entre los tres niveles de gobierno.

Con la Constituci­ón de Ciudad de México se va a gobernar la ciudad en el futuro, y para ello es necesario alinearla con la realidad, las necesidade­s y demandas, en una tarea que deberá hacerse en unidad para enfrentar los grandes problemas metropolit­anos.

Frente a la vieja forma de gobierno delegacion­al, deberá imponerse la visión de los ciudadanos en las nuevas alcaldías que son ya realidad jurídica, pero también promesa. M

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