Ceferina Banquez, canto afro como resistencia
Desde que regresó a su finca en la región de los Montes de María, Colombia, su vida es más tranquila, asegura Ceferina Banquez. Vive de la siembra y venta del ñame, plátano, arroz y yuca. Pero tiene un talento que trae a México: el canto ancestral.
Para ella la música es una forma de resistencia contra la violencia que vivía en Guamanga, lugar donde creció. De familia de “viejas cantadoras”, Ceferina aprendió desde niña a enfrentar la violencia mediante el canto. Hoy compone sus propias canciones, en las que habla sobre la vida en el campo y los problemas sociales en su región.
Ceferina se presentará mañana en el Foro al Aire Libre de Casa del Lago a las 20:30, en donde también se proyectará el documental Cantadoras. Memorias de vida y muerte en Colombia, de María Fernanda Carrillo Sánchez, a las 19:00, en el que la socióloga y documentalista retrata la vida de Ceferina y otras cuatro mujeres exponentes de los ritmos de ese país.
En conferencia telefónica, Ceferina habló de cómo retomó sus raíces africanas y se acercó a la música: “Tuve que salir de mi finca porque la violencia era muy fuerte en ese sector. Empecé a cantar cuando regresé: salí de mis tierras en 2001 y en 2007 retorné. Cuando empecé a cantar mi vida fue cambiando y fui olvidando un poco lo que viví por la violencia”.
El concierto titulado Bullerengue por la paz es un recuento de la vida de esta cantadora. Interpretará temas que hablan “del desplazamiento, la independencia de los negros africanos que mis abuelos me contaban, la esclavitud y la importancia de la paz”.
Ese género colombiano, explicó, es la música más tradicional de la raza afro que se encuentra en su país, descendiente de la cumbia. Está compuesto de tres aires: el canto, el son y los tambores. “El bullerengue es un canto alegre que se compone de dichos, versos y recuerdos que uno lleva de muchos tiempos atrás. Estos recuerdos son lo que inspiran mi composición”.
Ahora lleva la tradición de la música afro a otros lugares, pero también sigue sembrando sus tierras y baja de la montaña para vender en la playa pues, asegura, “yo no dejo mi trabajo de siempre porque esto es lo que nos da la vida a mí y a mis hijos”. m