Los temas de la nueva rectoría / II
De los 10 temas que fueron abordados por el nuevo rector en su discurso de toma de posesión, dos ya fueron comentados la semana pasada. Resulta pertinente reiterar que la identificación de ellos es una selección personal con la subjetividad del caso. Podrían ser más o menos, según el observador. Desde mi perspectiva, esos diez son los más relevantes. En esta entrega se comentan dos más.
Proceso de desconcentración. Según el diagnóstico del rector, “las necesidades institucionales y diversos impulsos han dado lugar a un proceso de centralización que tal vez ha inhibido el desarrollo y las iniciativas de las Unidades, es mi intención revisar tal proceso…”. Uno de los rasgos distintivos de la UAM, 43 años atrás, fue precisamente el de su estructura. Al de su naturaleza de organismo descentralizado del Estado con personalidad jurídica y patrimonio propio, lo que la convirtió en una universidad autónoma, se le añadió el relativo a que esta nueva organización tendría la facultad para organizarse dentro de un régimen de desconcentración funcional y administrativa como lo estime conveniente.
De acuerdo con el proyecto fundador, y con lo discutido y aprobado por el Congreso de la Unión al elaborar la Ley Orgánica, tal tipo de régimen significaba una de las grandes innovaciones con que nacía la nueva Universidad. Así, la rectoría general (RG) tendría un pequeño pero funcional aparato administrativo que le permitiría desarrollar adecuadamente sus facultades y obligaciones; las Unidades, por su vez, asumirían la gestión plena de sus propias actividades. Por razones operativas (las “necesidades institucionales a las que alude el Dr. Peñalosa”), la RG fue, junto con la Junta Directiva, la primera entidad en funcionar y poner en pie a la Casa Abierta al Tiempo. Conforme avanzara su integración y las Unidades fuesen alcanzando la mayoría de edad, tal aparato debería ir disminuyendo. Pero no fue así. A 44 años de distancia la RG es (restando la parte académica) una especie de sexta Unidad: tan costosa y con un número de funcionarios y trabajadores que se asemeja al de las tres Unidades fundadoras. El rasgo distintivo de desconcentración funcional y administrativa sólo se ha dado de manera parcial o incompleta.
Sin el tacto y el tono hipotético con que lo expresa el Dr. Peñalosa, puede afirmarse que, a contracorriente de sus principios esenciales, en la UAM ha habido un proceso de centralización que ha inhibido el desarrollo y las iniciativas de las Unidades. La propuesta de revisar tal proceso, y de “impulsar la generación de capacidades administrativas autónomas” en aquellas, sería una iniciativa de primer orden que diese vida al rasgo que nunca se tuvo: una rectoría pequeña y cinco Unidades que tienen la capacidad para “resolver sus propios problemas”, como lo postula el Artículo 21 de la Ley Orgánica.
Prioridad a Estudiantes. Como lo expresó el rector: en “el compromiso de cuidar y promover la vida académica en la Universidad habrá de otorgarse prioridad a la mejoría educativa de nuestros estudiantes”. Como en muchas otras instituciones de educación superior, desde hace 20 años, en la UAM se ha dicho, y así consta en varios de los planes y programas de estudio, que la institución “debe centrar el aprendizaje en el estudiante”. Esto significa, efectivamente, otorgarle la prioridad a este actor del proceso educativo. Sin embargo, la realidad suele ser otra. Los horarios de clases, los de servicios complementarios, la disposición del personal académico para prestar asesorías, entre otros, no tienen la efectividad enunciada. En el primer caso, inclusive, pareciera que el principio es a la inversa: en materia de horarios escolares, la prioridad es el profesor. Usos y costumbres, el contrato colectivo y otras causas producen horarios discontinuos para los alumnos (tener una clase a las siete y otra a las 11.30 o a las 13 horas no es una situación extraña para muchos de ellos).
Poner en el centro de la acción institucional al estudiante, otorgarle prioridad, es una tarea de primer orden que, por supuesto, toca intereses. Pero, como decía aquél antiguo anuncio televisivo: “si las cosas que valen la pena fueran fáciles…cualquiera las haría”. Este es uno de los desafíos para la propuesta del rector.
Conclusión. Estos dos temas formarían parte del esfuerzo institucional constante propuesto por el nuevo rector: “ha llegado el momento en que es necesario ponerse al día…desde los (campos) más modestos de la administración hasta los más trascendentes de la docencia y la investigación”.