LA INSTITUCIÓN MEXICANA CUENTA YA CON UN LISTADO DE 111 TÍTULOS La Academia relanzará a los clásicos
En los próximos meses publicará obras de Sor Juana Inés de la Cruz, Federico Gamboa y Agustín Yáñez
Desde 2015, en la Academia Mexicana de la Lengua (AML) se empezó a desarrollar el proyecto editorial de Clásicos de la Lengua Española, pero diversos problemas en la distribución los obligó a hacer un alto en el camino, en busca de nuevas formas de hacer llegar los libros a un mayor número de lectores, uno de sus objetivos primordiales es que los textos canónicos sean más conocidos entre los lectores no especialistas.
La colección, explica Alejandro Higashi, coordinador editorial y miembro de la AML, apuesta por ampliar con nuevos títulos el trabajo desarrollado dentro de la Biblioteca Clásica de la Real Academia Española (RAE), diseñada y dirigida por el académico Francisco Rico, y que cuenta con un listado de 111 títulos. “Es una colección muy ambiciosa, que se conecta con la de la RAE, si bien nosotros hemos pensado que debemos de traer parte de eso para darlo a conocer y, al mismo tiempo, incrementarlo, de tal manera que no partimos de un listado de obras canónicas, sino que vamos a partir de la base de lo que ellos ya han publicado, porque algunas de sus ediciones realmente son excepcionales. “La edición del Cantar de mío Cid, de Alberto Montaner, es la mejor que se haya hecho en el siglo XX, después de la de Ramón Menéndez Pidal; la misma edición de El Quijote, de Francisco Rico, es excepcional en su ámbito de divulgación y de las propuestas académicas que propone; son obras muy importantes que debemos ayudar a que circulen en México, pero cada una de ellas con presentaciones de nuestros académicos”, explica Higashi.
Al mismo tiempo, uno de los objetivos es generar ediciones desde México, entre las que ya se encuentra El águila y la serpiente, de Martín Luis Guzmán, en una edición crítica de, Susana Quintanilla, y Visión de México, una antología de Alfonso Reyes, a cargo de Adolfo Castañón. “La idea de la RAE era publicar las obras canónicas hasta el siglo XIX, pensando un poco que el canon se define por una temporalidad, y no habían pensado en obras importantes del siglo XX, cuando nosotros planteamos llegar a México y a América, porque tenemos planeado imprimir a autores de otros países, y abrirnos cuando menos a autores nacidos hasta 1920, de manera que Martín Luis Guzmán, a pesar de su importancia para México y para España, era impensable en la colección de la Real Academia”. Ediciones críticas de clásicos de la lengua española o de otras lenguas no son tan extrañas, pero la apuesta desde la academia fue, desde los primeros esfuerzos de Francisco Rico, en los años 90 del siglo pasado, el sacarlos del ámbito exclusivamente universitario. “Había una idea de circuito cerrado que había sido muy útil en los últimos 40 años, pero se dio cuenta que hablábamos de obras canónicas, que son un patrimonio público, con lo que se plantea que sin dejar de tener un público universitario importante, sin dejar de generar desde la universidad, las ediciones críticas también contemplen a un público en formación: puede ser un ingeniero, un arquitecto, un abogado… cualquier persona interesada en su patrimonio cultural”.
Así, cuenta Higashi, las ediciones tienen una escala de lectura, donde al principio el lector se topa con una introducción muy general, una invitación a la lectura y después con el texto mismo, a diferencia de una edición crítica tradicional donde al principio se cuenta con 200 páginas de introducción, llenas de notas y de una bibliografía “que, a veces, lo desanima a uno como lector. “Aquí no: son cinco o seis páginas para indicar cuáles son las partes más importantes en las que hay que fijarse como lector y después la obra misma, que viene acompañada de una serie de notas a pie de página, que llamamos notas urgentes, las que necesita un lector para seguir con la lectura, no para enfrascarse en otro hilo que a lo mejor lo distrae”.
Así, por ejemplo de Cantar de mío Cid, además de la presentación española, cuenta con un texto para la edición mexicana a cargo de Margit Frenk: de Grandeza mexicana, de Bernardo de Balbuena, cuya edición corrió por parte de Luis Íñigo-Madrigal, cuenta con una presentación a la edición mexicana de José Pascual Buxó, y lo mismo sucede con Don Quijote de la Mancha, de Miguel de Cervantes, a cargo de Francisco Rico, con una presentación a la edición mexicana de Margit Frenk.
Dentro de los proyectos editoriales para los próximos meses desde la Academia Mexicana de la Lengua se encuentran Primero sueño y otros poemas, de Sor Juana Inés de la Cruz, con una edición crítica de Jaime Labastida; Santa, de Federico Gamboa, con edición de Vicente Quirarte, o Al filo del agua, de Agustín Yáñez, a cargo de Rafael Olea Franco.
El relanzamiento de la colección Clásicos de la Lengua Española de la Academia Mexicana de la Lengua, se llevará a cabo el próximo domingo (13 de agosto), en la sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes, con la participación de Jaime Labastida, director de la corporación, Felipe Garrido, director adjunto, Alejandro Higashi, coordinador editorial, además de Susana Quintanilla y Adolfo Castañón, editores de dos de los títulos de más reciente publicación. M