LA CICATRIZ DE DIOS
Después de la muerte de Esther Seligson (8 de febrero de 2010) se han seguido publicando nuevas reediciones de su obra, esto la convierte en una autora vigente; cada que sale a la luz alguna recopilación de sus textos lo primero que hay que hacer es celebrar la iniciativa para evitar que su producción literaria termine sepultada en volúmenes que ya no circularán jamás o que, en su momento, fueron distribuidas a cuenta gotas.
Este año, la editorial Cuadrivio publica un segundo título de Seligson en su colección. En 2016 editó Cuerpos a la deriva y ahora Cicatrices. ¿Qué hay de nuevo en este volumen? Está integrado por obra que procede de Sueños, prodigios y otras voces (1978), Hebras (1996), Cicatrices (2009), libro del que surgieron ambos títulos publicados por Cuadrivio y Escritos a mano (2011). Es una selección de textos en donde impera el carácter híbrido de su escritura. Seligson frecuenta la prosa narrativa, siempre estuvo en contra de clasificar en tal o cual género su escritura; ella se pasea del ensayo al cuento y de éste último a la crónica o al breviario (aforismo), utiliza esos elementos para ocuparse en la reelaboración de mitos de diversas tradiciones, como si esa práctica fuera parte de un ejercicio en constante movimiento.
En la fuerza de su escritura convergen el tiempo, el mar, las hojas secas y los sueños. Hace que sus personajes vivan a su manera siendo Electra, Antígona, Tiresias, Penélope, Ulises, Orfeo y Eurídice, por mencionar algunos. En ese mundo desgarrador y, a la vez, idílico, su prosa queda sostenida por tres ejes esenciales: sueño, mito y renovación.
“Cicatriz, concierto de voces insepultas en el insomnio de la memoria”, escribe la autora. “Uno creería que toda cicatriz implica una herida previa. No siempre es así: hay cicatrices genéticas. Algunas otras se heredan con la nacionalidad”.
La editorial Cuadrivio se caracteriza por el rescate de textos y la publicación tanto de autores con cierta trayectoria literaria como de jóvenes que frecuentan el ensayo, la poesía y la narrativa. En esos tres géneros literarios se enfoca la editorial y lo hace de forma encomiable. Se trata de ediciones cuidadas, no voluminosas que vuelven a poner en circulación la obra de escritores un tanto olvidados o que son un referente necesario para varias generaciones de lectores.
Esther Seligson y su ramillete de cicatrices remite a pasajes bíblicos, instantáneas del judaísmo, de la identidad y del dolor. El Cicatrices. desasosiego resulta ser una constante, un delirio “por las heridas que va sajando la cotidianidad”. Porque como ella lo intuye y lo proclama, “la cicatriz de Dios está en nuestra muerte”. m