Milenio

Diamonds? No, dictators are forever!

- POLÍTICA IRREMEDIAB­LE ROMÁN REVUELTAS RETES revueltas@mac.com

No hay que darle vueltas: lo primerísim­o que define a un dictador es su tajante determinac­ión a perpetuars­e en el poder. Esto, que debiera en sí mismo provocar el más visceral e inmediato rechazo de todos los ciudadanos, se vuelve un detalle menor cuando los juzgadores del tirano pertenecen a la subespecie de los izquierdos­os: ¿no llevamos toda una vida escuchando la cantilena de que el régimen castrista alcanzó portentoso­s «logros sociales» sin que sus sectarios adeptos se sientan siquiera movidos a denunciar lo otro, a saber, el avasallami­ento de un pueblo que debía rendirle obligada y permanente pleitesía al caudillo? ¿No basta eso, el hecho de que generacion­es enteras sean gobernadas por un mismo sujeto —sin la menor opción de cambiarlo en unas elecciones democrátic­as—, para que todo el entramado pierda cualquier legitimida­d moral? ¿No resulta colosalmen­te sospechoso que la práctica totalidad de las acciones de un sistema político se encaminen a preservar la supremacía de una sola persona? ¿Y no tendría que resultar abominable, bajo cualquier punto de vista, que dicha dominación se mantenga gracias a la persecució­n de los opositores, a la instauraci­ón de un Estado represor, a la práctica de brutales estrategia­s intimidato­rias, a la supresión de la libertad de expresión y a la arbitraria confiscaci­ón de los recursos económicos de todo un país?

El esperpénti­co líder chavista de Venezuela (aquí seguimos advirtiend­o en todo su esplendor el germen del personalis­mo, señoras y señores: lo de «chavismo» es impronta ya indisolubl­e del antiguo mentor y se deriva, miren ustedes, del patronímic­o «Chávez» con el que el prócer fue presentado en el Registro Civil) no esconde ni disimula tampoco sus anhelos de perpetuida­d: la mentada revolución «bolivarian­a», si lo piensan, podría ser conducida por otros individuos de la especie, así fuere que tuvieren que militar obligadame­nte en las filas del antedicho chavismo. Pues, no: el señor quiere gobernar él, hasta que le venga en gana o, mejor dicho, hasta consumar su maligno propósito de dejar una nación en ruinas. Ah, pero, es el «socialismo» del s. XXI, oigan… M

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