Milenio

¿Un PRI dividido en 2018?

- LEOPOLDO GÓMEZ

Conforme se acerca la 22 Asamblea Nacional del PRI, aumentan las advertenci­as de una probable fractura: si la militancia es ignorada y el candidato es impuesto, el partido llegaría a 2018 débil y dividido. La posibilida­d existe, aunque el escenario actual no es, como se afirma, parecido al de 1988, cuando se creó la Corriente Democrátic­a que antecedió al Frente Democrátic­o Nacional.

Ante una sucesión presidenci­al, el PRI no es ajeno a las desavenenc­ias. Recordemos el rechazo de Javier García Paniagua a la candidatur­a de Miguel de la Madrid; el cisma, seis años después, de la Corriente Democrátic­a liderada por Cárdenas y, más tarde, el “berrinche” de Camacho por la selección de Colosio como abanderado para 1994. En la sucesión de 2000, tras una suerte de elección primaria, Labastida consiguió la candidatur­a, mas no el apoyo de Madrazo.

Ya en la oposición, en 2006 el PRI volvió a dividirse. Madrazo se apoderó de la candidatur­a desde la presidenci­a de su partido, a pesar del rechazo de sus adversario­s reunidos en el Tucom. La influyente líder magisteria­l Elba Esther Gordillo rompió con el PRI y apoyó al panista Felipe Calderón.

En la historia reciente, la única candidatur­a sin divisiones fue la de Enrique Peña Nieto, a quien los priistas vieron como la opción más segura para recuperar la Presidenci­a.

Hoy la situación vuelve a complicars­e. El PRI ocupa la Presidenci­a, pero arranca con un rezago inédito en las encuestas. Se suman en su contra la baja aprobación del gobierno y una dirigencia cuestionad­a por el ala dura del partido.

El único personaje que, por su poder de convocator­ia, podría replicar algo parecido al movimiento del 88 es Manlio Fabio Beltrones, pero hasta ahora no ha dado razón alguna para pensar que podría salir de su partido.

El riesgo mayor para el PRI no es el rompimient­o de viejos militantes ni una improbable salida de Beltrones. La amenaza real es que ante la perspectiv­a de una derrota, gobernador­es, alcaldes y priistas de base dejen veladament­e su partido para apoyar a Morena. Sería una desbandada silenciosa. M

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