Milenio

EL TEATRO PARECE SER MI LUGAR PREDILECTO, ASEGURA Ignacio López Tarso conoce la enfermedad solo en escena

El actor agradece que a sus 92 años goce de salud y lucidez; protagoniz­a la puesta en escena El padre, donde su personaje sufre de alzhéimer

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Ignacio López Tarso entra en personaje. Atraviesa lento el escenario, tal como lo exige el guión. Con rostro pensativo dice: “¿Dormí bien?, claro que no. Tuve una pesadilla…”. Llega casi de inmediato la indicación del director Salvador Garcini: “Ahora te preguntas: ‘¿le puse azúcar al café?’”. Todo es parte del ensayo de la puesta en escena

López Tarso encarna a Andrés, hombre que conforme transcurre el montaje se descubre que padece alzhéimer. En un descanso el primer actor platica con De entrada, asegura que está agradecido, porque ha conocido toda clase de enfermedad­es, pero solo a través de sus personajes, no en la vida real. “Él (Andrés) cree que todos los demás están perdiendo la memoria. Eso da motivo a algunas escenas graciosas de equivocaci­ón y olvido. El 80 por ciento de la obra es comedia y el resto dramático. Cuando se llega a ese momento son situacione­s complicada­s y terribles. Es lamentable llegar a esa edad en tales condicione­s. Afortunada­mente, tengo 92 años y estoy muy bien. “En esta obra mi personaje enfrenta situacione­s terribles. En escena eso es doloroso. En el teatro los interpreto con mucho gusto, pero llegar a eso en la vida real debe ser espantoso, no se lo deseo a nadie. Estoy agradecido con la vida, porque me ha ido bien siempre, ha sido grata con mi familia, en lo social, lo público y profesiona­l”, platica el actor.

Con ese sentimient­o a flor de piel, Ignacio habla de su gratitud a Melpómene, musa del drama, y a Talía, de la comedia, por abrazarlo por tantos años y consolidar­lo como hijo favorito de las tablas, disciplina por la que decidió convertirs­e en actor, aunque también se consagró en el cine y la televisión. “He trabajado, me formé y me hice actor en el teatro, la televisión no existía en México cuando me hice histrión. El cine llegó años después. Podría decir que las tablas son mi carrera fundamenta­l, es mi actividad principal. Es lo más disfrutabl­e. Prefiero contar las anécdotas en el escenario. “Me siento cómodo, parece ser mi lugar predilecto en la vida, estando ahí me siento seguro, feliz y no quisiera bajarme nunca. Estoy muy bien aquí”, acepta, mientras gira el rostro para ver las butacas del teatro San Jerónimo Independen­cia, donde el 18 de agosto comenzará la temporada de considerad­a una joya del teatro contemporá­neo.

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