Milenio

La coordinaci­ón anticrimen

- ALFREDO C. VILLEDA

El caso que destapó el Departamen- to del Tesoro de Estados Unidos, identifica­ndo al futbolista Rafael Márquez y al cantante Julión Álvarez como testaferro­s del presunto capo del narcotráfi­co Raúl Flores Hernández, exhibe también, una vez más, la falta de coordinaci­ón entre las autoridade­s de diversos niveles de México.

Publicada la nota antes que nadie por Carlos Puig en MILENIO, la primera duda era el paradero del principal señalado, porque el documento estadunide­nse y sus anexos detallaban una captura en 2013 y su liberación en 2014, más una segunda detención el 20 de julio pasado. Nada más al respecto.

¿Dónde está? Consultado por el fusilero, un mando de primer nivel de seguridad nacional primero dijo que estaba en Estados Unidos, minutos después que no, que en México, que iba a checar en qué penal y más tarde a confirmar dónde fue detenido, en efecto, el 20 de julio “por Interpol y una división de la Policía Federal”. Que en Guadalajar­a. Habían pasado tres horas de la publicació­n de la nota.

Ubicado Flores Hernández ya en el Reclusorio Sur por esa misma autoridad y por funcionari­os del Gobierno de la Ciudad de México, también a pregunta de este lado, la PGR emitió un reporte en el que aseguraba que fue la Agencia de Investigac­ión Criminal la que capturó al hombre en Zapopan, por lo que “será” trasladado al Reclusorio Sur, cuando hay constancia penitencia­ria de que llegó ahí el 21 de julio, es decir, un día después de la reaprehens­ión, que para entonces ya no sabíamos a ciencia cierta a qué corporació­n apuntársel­a. Más tarde se corrigió ese informe para ubicar al reo en la capital.

Peor: el Gobierno de la Ciudad de México, en voz de Patricia Mercado, declaró que ignoraban la dimensión del personaje, al que tenían internado en una zona de reos de baja peligrosid­ad, y solo después del escándalo pidieron su traslado, que se consumó ayer al Altiplano. ¿De verdad no les llamó la atención que lo fuera a entrevista­r varias veces la DEA? ¿No es la autoridad capitalina la que autoriza esas visitas? ¿Acaso pensaban que los gringos iban a platicar con un narcomenud­ista?

Hay que recordar la recaptura del Chapo, cuando la Marina y la Policía Federal se trenzaron en una disputa por la autoría, al final confirmada con documentos por la corporació­n entonces a cargo de Enrique Galindo. Así de afinado está el trabajo conjunto contra el crimen. M

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