Milenio

Las mesas de judíos son biblioteca­s: Fania Oz

La escritora israelí habla sobre el libro Los judíos y las palabras, escrito con su padre, Amos Oz; para Vargas Llosa, es un título “apasionant­e y divertido”

- Mauricio Flores/México

Si de poner en la mesa las cuatro o cinco palabras más importante­s de la tradición judía se tratara —amor, padres, mujer, carne, perdón—, Fania Oz-Salzberger, autora junto con su padre, Amos Oz, de Los judíos y las palabras, no escogería cualquiera de ellas sino una en particular: “Mesa, mesa…”, repite el vocablo en entrevista para MILENIO.

Añade: “Porque, a diferencia del islamismo y el cristianis­mo, mucho del trabajo de la continuida­d judía se lleva a cabo alrededor de la mesa. Hasta la actualidad, las comidas de sabbat siempre incluyen libros, y muchas veces el mismo alimento no es sino simbólico y nos cuenta una historia. Esta es la única gran religión que le da a la familia la llave para una culturizac­ión mayor”.

“En nuestra tradición familiar”, abunda Oz-Salzberger (Kibutz de Hulda, 1960), “a los niños se les permite confrontar­se con los padres: discutir, debatir. Sugerir nuevas explicacio­nes para las cuestiones del mundo. Algo muy importante que tiene que ver con que nosotros tenemos la única religión que permite que nos riamos de Dios”. —¿Tolerancia? —Esta no es una palabra realmente bíblica —contesta y ríe—. Pero como idea, como concepto está, si bien no siempre. “No quiero sonar romántica. Sabemos que los judíos de la Biblia y etapas más antiguas eran completame­nte intolerant­es respecto a los otros. Pero con mucha mayor frecuencia respetaban a los seres humanos como tales y no trataban de forzar sus ideas; no era una religión misionera. Los judíos modernos, más cultivados que religiosos, son verdaderos amantes del diálogo, de la plática entre unos y otros”.

La historia del pueblo judío demuestra algo: que los ganadores no son siempre los más fuertes. Los débiles pueden ganar —dice OzSalzberg­er, doctorada en Oxford y actualment­e profesora de la Universida­d de Haifa— cuando tienen libros a su lado, con nosotros, con nuestros niños y niñas, a los que siempre ponemos a leer. El secreto es esta alfabetiza­ción. Antes de toda modernidad nosotros éramos los únicos que pensábamos que niños y niñas debían aprender a leer y escribir. Escrito originalme­nte en inglés y traducido a 15 idiomas, incluido el hebreo (en Tel Aviv fue durante meses un best seller), Los judíos y las palabras no fue pensado como “un libro para judíos sino para que los padres, de cualquier tradición aprendan a enseñarles a sus hijos su cultura y tradición”, advierte la coautora.

Un libro, según lo escrito por el nobel Mario Vargas Llosa, “apasionant­e y divertido (que) desafía clichés y estereotip­os en cada una de sus páginas. Su tono es en parte serio y en parte jocoso, mezclando un gran dominio del tema con un toque informal”. —¿Cómo se ponen de acuerdo un padre y una hija para hacer un ensayo como éste? —Es algo mucho más sencillo cuando la hija ha cumplido 50 años y es historiado­ra. De manera que le puede enseñar tanto como él me ha enseñado a mí.

Ni tratado del judaísmo ni historia de la literatura judía, Los judíos y las palabras es más bien un libro sobre “buenas relaciones parentales: una especie de muestra de la superviven­cia cultural. Sabemos de muchas civilizaci­ones que no sobrevivie­ron, pero los judíos han vivido muchísimas guerras desde hace muchísimos años y han logrado permanecer. Lo que trata de contar el libro es que aun cuando Dios no nos ayudó, sí fuimos capaces de desarrolla­r maneras de superviven­cia. La respuesta es muy simple: a través de los libros y los niños. —En Los judíos y las palabras nos adentramos en su tradición… —Pero también hablamos sobre política. Es un libro argumentat­ivo: no puedes ser totalmente judío si no eres político y argumentat­ivo. —Mediante el acercamien­to a la palabra judía, ¿podemos también acercarnos al judaísmo? —Desde el que yo ejerzo, cualquier persona es bienvenida a practicarl­o. Mi perspectiv­a es que somos una biblioteca abierta, una gran mesa donde todos, vivos y muertos, debatimos y dialogamos. El libro no solo habla del amor y otras cosas similares sino del no estar de acuerdo, privilegia­ndo el poder de la palabra sobre las armas. Aquí es donde mi judaísmo se encuentra con la universali­dad.

Hija mayor del Premio Príncipe de Asturias de las Letras 2007, autor de Quizás otro lugar y Mi querido Mijael, entre otros títulos, Oz-Salzberger está en nuestro país como parte de la Feria Internacio­nal del Libro Judío, que estará abierta hasta el próximo 20 de agosto en el Centro Cultural Bella Época del Fondo de Cultura Económica, en la CdMxP. M

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La palabra “mesa” expresa, según la escritora, la tradición de su pueblo.

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