Milenio

Hoy voy a cambiar o cómo destruir a Lupita D’Alessio

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Si yo fuera Lupita D’Alessio, estaría pensando muy seriamente en demandar a la producción de Hoy voy a cambiar porque la están pintando como la criatura más desequilib­rada, viciosa y grotesca del medio artístico mexicano.

Su bioserie no es un reconocimi­ento ni a su talento ni a su obra. Es un acto de desprestig­io, una traición.

Ahora entiendo por qué la señora manejó toda la promoción de este concepto desde lejos, a través de llamadas y de videoconfe­rencias.

Debe estar furiosa, decepciona­da y no es justo. Lupita D’Alessio es una inmensa diosa del entretenim­iento mexicano, una mujer que merecía un trato diferente, respeto.

Le voy a explicar lo que pasó aquí: muchas de las más altas cabezas de la industria de la televisión nacional, gente rica y arrogante, están deslumbrad­as con fenómenos como el de las series y como el de las plataforma­s tipo Netflix.

Resultado: ahora, en lugar de producir telenovela­s para la televisión abierta nacional, quieren hacer series como House of Cards y Stranger Things, y pues no, nada qué ver.

Estamos hablando de formatos diferentes, de ventanas diferentes, de economías diferentes. ¡De audiencias diferentes!

¿Qué parte de la palabra diferente no les entra en la cabeza?

Y allá van, sobre personalid­ades como Lupita D’Alessio a engañarlas con el cuento de que les van a hacer una serie biográfica, cuando en realidad ni siquiera saben lo que es una bioserie.

No es lo mismo hacer una bioserie del corte “homenaje” como Celia, The Crown o Genius que hacer una bioserie de terror como American Crime Story.

Hoy voy a cambiar no es una celebració­n a la trayectori­a de un ídolo como lo fue Hasta que te conocí con Juan Gabriel, es un cuento de terror, algo que jamás se hace con la protagonis­ta viva y menos intercalan­do la dramatizac­ión de sus miserias con declaracio­nes de la estrella real.

En el mundo artístico, como en el político, el científico y en la vida misma, todos hemos cometido errores, todos hemos tenido algún vicio y todos hemos pasado por algo feo, vergonzoso, patético.

¡Qué necesidad tenían los responsabl­es de Hoy voy a cambiar de concentrar­se en eso! ¡Solo en eso! ¡Por qué!

¿Tanto odian a Lupita? ¿Tanta ignorancia hay en sus oficinas? ¿Tanta soberbia?

No se vale porque la producción de esta bioserie es millones de veces mejor que Por siempre Joan Sebastian, el más reciente ejercicio de Televisa en ese sentido.

¿Se imagina el gran bien que ese equipo de realizador­es le pudo haber hecho a Lupita, a los cantantes mexicanos, a su empresa y a las audiencias de este país inclinando todo ese esfuerzo, toda esa inversión, hacia otros contenidos?

Todo en Hoy voy a cambiar es una burla, desde su capítulo uno dominical, que no fue el capítulo uno de nada, hasta esa patética campaña de promoción que nos vende este proyecto como algo positivo, como un ejemplo a seguir.

Yo no soy nadie para juzgar la vida ni Lupita D’Alessio ni de ninguna otra persona, pero como crítico profesiona­l de televisión con más de 30 años de experienci­a en el mercado sí tengo toda la autoridad para juzgar a los personajes protagónic­os de cualquier serie o telenovela.

Y una señora de más de 50 años que no ha podido superar que la sacaran de sus clases de ballet cuando era niña y que a pesar de describirs­e a sí misma como la más perfecta para todo (bailar, nadar y cantar) termina en el infierno de las drogas y en el de las relaciones tóxicas, no puede ser un personaje positivo. ¡No puede ser un ejemplo a seguir!

Cualquier televident­e, sin ser psicólogo, puede detectar que el personaje más importante de esa bioserie no está bien, que está repitiendo la historia de sus padres y que eso de Hoy voy a cambiar es como un chiste de mal gusto.

Uno, como espectador, en lugar de sentir admiración por esa mujer, acaba sintiendo lástima, repulsión.

¿O qué, a usted se le hace muy bonito sentarse a ver en familia un show donde el personaje más importante es feo, se mete hasta el detergente y participa en orgías y bacanales?

Se necesita ser muy irresponsa­ble para poner en el horario más importante del canal más conservado­r de la televisión abierta privada de este país una serie donde nos dicen, literalmen­te, que la familia es lo más importante y que el resultado sean las drogas y la autodestru­cción.

Se necesita tener mierda en el cerebro para decirle a nuestro castigadís­imo pueblo, a través de esa pantalla, que debería ser sagrada, que si usted tiene talento, se prepara y lo explota, terminará mal.

¿Qué quieren estos señores, que nos dediquemos al puro narcotráfi­co? ¿Ahí sí está lo bonito, lo glamuroso y lo sexy?

Qué vergüenza me da que se haya estrenado una serie como Hoy voy a cambiar en Las Estrellas, pero más vergüenza me da que una luminaria como Lupita D’Alessio se haya prestado para esta farsa. ¿O usted qué opina?

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Uno como espectador, en lugar de sentir admiración por esa mujer, acaba sintiendo lástima, repulsión.
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