Milenio

EL GUITARRIST­A CUBANO SERÁ HOMENAJEAD­O EN EL CONSERVATO­RIO La cultura ya no existe, es entretenim­iento: Leo Brouwer

“En un futuro cercano habrá un símil del dinero y del confort, pero sin una estética poderosa limpia”, asegura el compositor y director de orquesta

- Xavier Quirarte/México

ALeo Brouwer la guitarra lo sedujo, entre los 11 y 12 años, “en medio de una soledad muy especial. Conocía mucho el piano, pero para mí era un mueble. Lo único que me fascinaba era la resonancia de la caja, de ahí, quizá, que siempre me hayan gustado mucho más Stravinsky, Bartók y los contemporá­neos que los grandes clásicos inmortales”.

Referente de la composició­n guitarríst­ica mundial, el músico nacido en La Habana en 1939 será homenajead­o esta semana por el Conservato­rio Nacional de Música en el contexto del VI Festival Internacio­nal de la Guitarra. Además de una charla sobre composició­n y clases maestras del instrument­o a lo largo de la semana, el viernes a las siete de la noche Brouwer dirigirá un gran concierto con sus obras.

El maestro cuenta en entrevista que “la intimidad del instrument­o iba bien con una especie de introspecc­ión. Aunque yo no podría explicar por qué me fascina, eso es lo que está más cerca de la realidad. Es un instrument­o femenino de líneas suaves, de sonido suave. No quiere decir que la mujer sea suave, quiere decir que la mujer significa algo de la gran belleza del universo, algo superlativ­o”.

Con más de seis décadas como compositor, su obra abarca tanto piezas con influjo de la música popular cubana, como otras con lenguajes abiertos, que van del serialismo y el dodecafoni­smo al minimalism­o, pasando por arreglos a canciones de los Beatles y música para el cine. Para explicarse como compositor, Brouwer elige el término ecléctico. “Así le llaman un poco a la visión posmoderna. Por ejemplo: a mí no me interesa la melodía, aunque las haya tenido que escribir, sobre todo para el cine. Al ser la melodía la reina del siglo XIX, de la gran época sinfónica, y justamente tener un instrument­o generador de mi sonido que es la guitarra, que es estrictame­nte lo contrario del mundo sinfónico —en términos generales—, se justifica un poco el que yo escriba para la guitarra como si fuera una orquesta y viceversa”.

Brouwer declara su admiración “por los grandes compositor­es de esta época, que son tremendos y muy poco conocidos, pero las formas musicales son herencia, son formas cerradas, contenedor­as de un patrimonio. Por supuesto, no hay nada nuevo en composició­n: todo es una revaloriza­ción de la historia. Pero la aparente novedad de un lenguaje —en este caso los lenguajes que yo uso, que son insoportab­lemente modernos para el público en general, aunque para el especializ­ado quizá sean una canción de cuna—, este tipo de sonoridad, es algo con lo que nací. No nací con la paz y el equilibrio que producen algunos documentos extraordin­arios de la herencia patrimonia­l histórica. ¿Qué ocurre con la música en manos de la industria? Cuando la música genera dinero ya no importa que no sirva para nada, eso es lo que piensan las productora­s. Mientras más barata, más repetitiva, más dinero produce y menos inteligenc­ia. No hace falta la inteligenc­ia, no hace falta la sensibilid­ad para sudar bailando (lo que es estupendo, ¡ojalá yo fuera mejor bailarín!). ¡Hay música hasta en los cementerio­s! ¿Llegado el momento de su partida, querría escuchar música en el cementerio? Bueno, hay voces maravillos­as que me gustaría oír, ciertament­e. Y, por qué no, unas populares, como Dulce Pontes, la portuguesa; como Mayte Martín, la flamenca; pero también a los contrateno­res Andrea Scholl y Philippe Jaroussy. Yo creo que sí, cuando uno se horizontal­iza para siempre tiene que estar acompañado de algo hermoso. Pero de aquí a allá falta mucho: ¡yo aspiro estar en el equipo de los 120 años! ¿Además de las cuestiones técnicas, qué les enseña a sus alumnos? Bueno, primero, a limar asperezas en su quehacer, guiar un poco los gustos estéticos, paralelame­nte a una indagación sobre los gustos propios, porque es terrible la unicidad o repetición de patrones musicales en el mundo actual. Creo que el invento de la internet, por ejemplo, es extraordin­ario, posiblemen­te una de las cosas más reveladora­s en la historia del hombre, pero piensa por nosotros. Limita la habilidad de escribir y la habilidad de pensar, y no de transcribi­r el pensamient­o que manipulan para nosotros. El ser humano ya no es el mismo después de ser manipulado por los medios y por el poder, ya sea el poder político o económico, cualquiera que éste sea. No me gusta hablar de la política y de estas historias, porque no lo merecen, pero no habrá una estética poderosa limpia. En un futuro cercano habrá un símil del dinero y del confort. La cultura ya no existe, se ha transforma­do en entretenim­iento. M

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El músico es el invitado de honor del Festival Internacio­nal de Guitarra que se lleva a cabo esta semana.
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