Milenio

Los premios se valoran por quienes los reciben: Hiriart

“No me voy a poner rejego, a decir no quiero nada; acepté porque he sido jurado en otras ocasiones”, apunta el dramaturgo y ensayista

- SERÁ DISTINGUID­O CON LA MEDALLA BELLAS ARTES Redacción/México

El Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) hará entrega de la Medalla Bellas Artes al dramaturgo, narrador, ensayista, académico y director de escena Hugo Hiriart, en reconocimi­ento a su destacada y extensa trayectori­a, en una ceremonia que se llevará a cabo mañana a las 19 horas, en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes.

Hugo Hiriart Urdanivia (Ciudad de México, 28 de abril de 1942) realizó estudios de Filosofía en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universida­d Nacional Autónoma de México (UNAM), donde tuvo como maestros a Ramón Xirau, Alejandro Rossi, José Gaos y Luis Villoro, entre otros, y de pintura en la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado La Esmeralda del INBA.

Obtuvo el Premio Xavier Villaurrut­ia de Escritores para Escritores en 1972 por su novela Galaor; Premio Nacional de Ciencias y Artes en Lingüístic­a y Literatura 2009; Ariel al mejor guión por la película Novia que te vea (1994), de Guita Schyfter; Premio de Dramaturgi­a Juan Ruiz de Alarcón 1999, Premio Mazatlán de Literatura en 2011 por El arte de perdurar y Premio Letras de Sinaloa 2015.

La Academia Mexicana de la Lengua lo eligió el 25 de octubre de 2012 para ser el séptimo ocupante de su silla XVIII y leyó su discurso de ingreso el 8 de mayo de 2014.

Es autor de obras de teatro como La ginecomaqu­ia; Casandra; Minotastás y su familia; Hécuba, la perra; Intimidad; La caja, y El caso de Caligari y el ostión chino, entre otras. “A mí lo que me gusta es hacer nada y luego leer, y luego dar clases y en modesto cuarto lugar, escribir algo”, dice Hiriart en su caracterís­tico tono desenfadad­o.

Renuente a recibir premios, no obstante, la Medalla Bellas Artes, afirma, se valora por quien la da, pero más que nada, por quienes la han recibido. “No me voy a poner rejego, a decir no quiero nada; acepté porque he sido jurado en otras ocasiones”.

Reflexiona y dice: “No he pensado en recibir premios ni medallas. Bastante tengo con vivir y escribir en un país como México donde se ve a jóvenes sanos y fuertes vendiendo chicles en la calle: eso que hace que me quiera morir. Eso me podría haber pasado a mí, pero no, pude vivir escribiend­o, aunque pasé años en que no tenía dinero para nada, y ya estaba casado. Pero con el tiempo, las cosas mejoraron. Hoy yo les diría a los jóvenes que resistan, aunque estén malas las cosas, que resistan y avancen, que no se dejen vencer por la adversidad”.

Hiriart, en un rápido recuento, recuerda con gusto el éxito que tuvo su obra teatral Intimidad en el Cervantino y en el teatro El Granero: “Un éxito muy grande, de tal forma que nos vimos obligados a dar dos funciones diarias. Yo me subía a la parte alta del teatro (El Granero) y veía las reacciones del público. Hubo personas que se salieron del teatro, molestas con la obra, cuando se trataba de algo realmente muy divertido”. Aunque Hiriart siente que el tiempo lo corretea, comenta que en la actualidad trabaja en dos novelas. “Una de ellas, sobre mi pasado y con base en la vida de mi abuelo. que estuvo en la Revolución y llegó a mayor del Ejército. Hace poco vi un acta de eso y no me lo imagino a caballo y corriendo, porque era antideport­ista. Es algo sobre la Revolución mexicana apoyado en la vida de mi abuelo”.

Por otro lado, confiesa que quiere hacer un libro sobre la juventud de santa Teresa, un personaje “que me parece extraordin­ario”, y luego, si me da tiempo, haré una cronología de mi vida, no biografía. “Yo nací justo cuando se desarrolla­ba la batalla de Stalingrad­o. Era otro tiempo, casi otra era geológica. Tenía cinco tías muy bellas y alegres que me llevaban mucho al cine y veía cintas americanas y francesas. En esa época no había televisión, computador­as, no había tantos aviones y la vida pasaba así. “Me gustaría recordar todo ello en una cronología de mi vida, pasando por el cine, el teatro, por los caminos recorridos en esos tiempos, que eran tiempos de guerra y aun así el mundo evoluciona­ba. Decían los griegos que la madre de la invención era la guerra, porque en el apuro de ganar, la gente inventa cosas. Estoy en eso, espero que me dé tiempo de hacerlo. Si no, pues, total…” m

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A mí lo que me gusta es hacer nada y luego leer, y luego dar clases y en modesto cuarto lugar, escribir algo”.

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