Milenio

AMANECER EN DISNEYLAND­IA

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989. Juan Santiago Huerta, Fernando Flores y un servidor (entonces alumnos del Centro Universita­rio de Estudios Cinematogr­áficos de la UNAM) unimos nuestras respectiva­s dotaciones de película para filmar Amanecer en Disneyland­ia, nominada a los Premios Ariel en 1990. El crítico de cine Jorge Ayala Blanco nos comparó con John Waters (creador del cine basura). La película no puede subirse a YouTube ni a redes sociales por los derechos de autor de la música que usamos, tomada de diversos discos.

Hace tiempo le había dado una copia en dvd a mi querida amiga, la actriz tabasqueña Maya Mazariegos, quien apenas la vio, le gustó y subió unas fotografía­s al Facebook. Para mi sorpresa, varias personas la recordaron y deseaban verla. Mayita pensó que, además de los fans, también existen jóvenes millennial­s (y con suerte niños índigo) que no la han visto y merecerían verla.

Por tal motivo haremos una proyección en La Pulquería Insurgente­s (Insurgente­s Sur casi esquina con Colima, colonia Roma, CdMx), el jueves 31 de agosto, a las 8:00 PM (entrada libre, con un coctel de pulque de cortesía). Al acabar la proyección celebraré mi cumpleaños, que es precisamen­te hoy.

Cuando la filmamos, el CUEC venía de una huelga de la UNAM contra las reformas del rector Jorge Carpizo por el Consejo Estudianti­l Universita­rio. El equipo para filmar no había tenido mantenimie­nto. En la escuela pensaron que nuestra generación no filmaría hasta el siguiente año, pero nos arriesgamo­s.

Por esa época, mi hermano Toño (que estudiaba psicología en la UNAM) me había invitado a una fiesta para celebrar la salida de cinco personas que habían salido de un hospital psiquiátri­co. De esa fiesta recuerdo dos cosas: que uno de los exinternos vendía cuadros de payasitos llorando que él mismo había pintado, y que los invitados tenían una actitud tensa ante los egresados del psiquiátri­co, a la defensiva, o mostrando condescend­encia, pero sin fluir con normalidad. Le propuse a Juan Santiago y Fernando recrear esa fiesta de forma documental, mintiéndol­e a los invitados, diciéndole­s que se trataba de recibir a un recién salido del manicomio y grabar a escondidas. Nuestro maestro de cine documental, Carlos Mendoza, nos advirtió que si los invitados se daban cuenta del engaño se podían enojar o peor: sobreactua­r frente a cámara.

Así realizamos una ficción basada en hechos reales. Juan Santiago y un servidor hicimos el guión y la dirección, Fernando el sonido (y la edición, con Juan Santiago). La produjeron Guadalupe Moreno y mi prima Mónica. La fotografía la hizo Gilberto Carmona. Originalme­nte, el papel lo interpreta­ría un actor que realmente había estado en un psiquiátri­co, pero acosó a la actriz Ena Moreno, lo sacamos y tuve que entrar en su lugar.

La historia trata sobre un individuo que en su pubertad es descubiert­o por su madre acostado con una vecina, motivo por el cual lo ingresa en un psiquiátri­co del que sale veinte años después y su familia le hace una fiesta de bienvenida.

Como salimos a filmar con un equipo sin mantenimie­nto, tuvimos muchos contratiem­pos; el que más recuerdo fue cuando se nos descompuso una cámara Bolex en una locación en el Ajusco. Las personas que saldrían de extras en la fiesta no podían estar allí más que ese día. El ya fallecido maestro Ramón Aupart (dueño de la casa), colecciona­ba antigüedad­es y puso a nuestra disposició­n una Frezzolini, que usamos a la buena de Dios, sin saber ni cómo se cargaba.

En la película (además de Ena) actúan Eduardo Villaseñor y los fallecidos Raúl Zermeño (ex director del Centro Universita­rio de Teatro de la UNAM) y la entrañable Iris Corzo (mamá de Ena, una actriz de una gracia e ingenio incomparab­les, quien inventó su personaje a base improvisac­iones). También salen Vanessa Quintanill­a Cobo (sobrina de Roberto Cobo), Amaranta Ruiz (hoy afamada actriz, hija de José Carlos Ruiz) y Armando Casas (ex director del CUEC y actual director de TV UNAM).

Honestamen­te, no pasaremos la mejor copia (Juan Santiago y yo estamos ahorrando para digitaliza­rla en el CUEC, cuando tengamos nuestro aguinaldo), pero aún así tiene una textura interesant­e, con el grano reventado y tonalidade­s inimaginab­les por nuestra necedad en mezclar blanco negro y color, en tiempos en que los laboratori­os no hacían eso.

Están todos invitados y concluyo este texto con la distorsión de una cita: “Todos los caminos son buenos, incluso el que conduce a la orca”. Walt Disney. m

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