Todos quieren la medalla contra la pobreza
Quién lo iba a decir. El agrio diferendo sobre la medición de la pobreza en México, cuya metodología fue revisada, reformada y aplicada para el informe 2010-2016, terminó con números que se convirtieron en una medalla que todo mundo se quiere colgar, desde presidenciables como el secretario de Hacienda, José Antonio Meade, hasta mandos sin oportunidad alguna para 2018, como la titular de Desarrollo Agrario, Rosario Robles.
Como el más festejado estos días resultó Meade, quien ha estado de plenaria en plenaria y de develación en develación, repartiendo sonrisas, abrazos y selfies bajo la mirada de aprobación del presidente Enrique Peña, los demás aspirantes han debido poner a trabajar a su gente de prensa e improvisar en sus discursos para que no se les escatime la tajada de reconocimiento que les corresponde.
El equipo de Robles, por ejemplo, ha dejado saber que del periodo 2014-2016, en el que la carencia alimentaria se redujo 3.4 puntos, es decir, 2 millones 800 mil personas menos, a su jefa le corresponden dos terceras partes de gestión al frente de la Secretaría de Desarrollo Social, por un tercio de Meade, sin dejar de apuntar, por supuesto, que el mérito principal es del Presidente por el impulso de la política social, faltaba más.
Pero como nadie se quiere quedar fuera de la foto, el secretario de Educación, Aurelio Nuño, también alzó la mano y destacó el impacto del área que encabeza en la reducción de la pobreza, sobre todo el Programa Especial de Certificación del Instituto Nacional para la Educación de los Adultos, que permitió a 1.8 millones de personas salir del rezago en la materia en 2016, cuando el ritmo promedio desde 2010 había sido de 650 mil personas.
El que se quedó fuera del reparto de porción de éxito con el combate a la pobreza fue el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, a quien por el contrario correspondió presentar el balance en seguridad y reconocer al micrófono que hay “un repunte delictivo en los meses recientes”, acto que le cae en el peor momento, dos días antes de asistir al Congreso de la Unión en representación del Presidente a entregar el quinto Informe de gobierno. M