De la Yihada
El terrorismo es un fenómeno magnificado contemporáneamente. Ayer al medio día se informó que al menos 29 personas fueron heridas tras la explosión de una bomba casera en un vagón del metro de Londres. Inmediatamente, quienes se identifican como el Estado Islámico asumieron su atrocidad.
Otra vez la capital inglesa fue el territorio donde la infamia se perpetró. Este es el recuento de la criminalidad: 9 de agosto de 2017 en Francia, seis militares arrollados, mientras el chofer fue herido y detenido; el 19 de junio de 2017, un francés atacó en Inglaterra a un grupo de musulmanes, murió uno de ellos; el 3 de junio de 2017, en Londres, un ataque con automóvil y cuchillo deja ocho muertos y unos 48 ocho heridos.
El 7 de abril en Estocolmo, Suecia, el chofer de un camión mata a cinco personas y hiere a 15; el 22 de marzo de 2017, en Londres, seis muertos tras ser arrollados y acuchillados en el Parlamento; el 19 de diciembre de 2016 en Berlín, Alemania, un ataque con camión deja 12 muertos en un tianguis navideño; el 14 de julio de 16, un hombre mata a 86 personas al arrollarlas con un camión; el 17 de agosto de 2017, terroristas islámicos embisten con una camioneta a una multitud en Las Ramblas de Barcelona y en la localidad de Cabrils, dejando 16 muertos.
De suerte que la declaración de alerta máxima en la capital británica es más que justificada y requerida. No hay certidumbre, aunque sí indicios, de que se trata tanto de ataques individuales, lo mismo que de operaciones colegiadas. Pasma saber que uno de los agresores es francés de nacimiento.
El imbécil del pato Donald Trump dijo que no hay una respuesta severa y eficaz para frenar y someter a este terrorismo. Está claro, como lo evidencia la ubicuidad de los atentados, que la perversión homicida no se agota en un país, en un territorio, por más que Inglaterra haya sido escogido como lugar principal de la bestialidad.
Sí hay certidumbre sobre la letalidad en Reino Unido desde 2005. La denuncia de la primera ministra inglesa es que habrán de responder con la mayor eficacia posible. No hay información sobre los procedimientos eficaces para contener pronto la violencia ubicua.
El terrorismo es un fenómeno ingobernado, se trate de atentados individuales o en nombre de comunidades. También se ignora el sentido profundo de estos repulsivos acontecimientos. No se cree, por supuesto, que la idea sea el derrocamiento de gobiernos y más bien son respuestas y actitudes atroces que no tienen más sentido actual que el de las venganzas o la insania criminal de personas y grupos. M