Milenio

Cuando sea grande quiero ser… CMO

- *Especialis­ta en digital de Google.

El CMO (Chief Marketing Officer) es el rol en la cúpula empresaria­l que más ha cambiado en los últimos 10 años. En la llamada C-Suite, el CEO es el responsabl­e final de los resultados de una empresa; el CFO, el que administra los recursos, y el COO, el que busca la excelencia operativa. El CMO tiene nuevos retos que no permiten definirlo claramente.

Según un artículo de Harvard Business Review, este es el rol con más áreas grises. Hay CMO que tienen el control sobre pérdidas y ganancias, otros simplement­e dictan estrategia, y la mayor parte (47%) es un híbrido que hace estrategia­s publicitar­ias —incluyendo interaccio­nes en redes sociales, promocione­s, foros— y se encarga de la selección de medios.

La falta de claridad en sus funciones y la alta variabilid­ad es lo que hace que este sea el puesto con mayor rotación. Según el mismo artículo, más de la mitad de los CMO que participar­on en el estudio llevaban ejerciendo su posición tres años o menos, una permanenci­a menor que la de cualquiera de sus otros colegas.

Hace unos meses moderé un panel sobre el rol cambiante del CMO, y las conclusion­es a las que llegaron los expositore­s confirmaba­n lo anterior. En él participar­on Patricia Corsi, CMO de Heineken México; Iván Ahedo, CMO de Total Play, y Pablo Córdoba, quien lo fue en LALA, y el sentimient­o generaliza­do fue el de un rol dinámico y eternament­e cambiante. Uno de los factores que han acelerado este cambio es la ubicuidad del ámbito digital en los consumidor­es; lo que provoca la sensación de que ser CMO en la era digital es equiparabl­e a “cambiar llantas a mitad del vuelo, y al mismo tiempo aprendiend­o en un modelo replicable”.

Estar al día en todas las nuevas herramient­as tecnológic­as y conocer las posibilida­des que abren es lo que no deja dormir a los CMOs. Hace años el rol se centraba en la construcci­ón de marca, pero hoy está más cerca del consumidor y su proceso de compra, incluyendo la definición y ejecución de la estrategia de servicio, comercio electrónic­o, y dar respuestas ante reacciones de los clientes.

Con este panorama, la búsqueda de talento para los equipos de marketing tiene el reto de encontrar perfiles con nuevos skills. En publicidad, el CMO tiene una exigencia mucho mayor que antes, pues necesita habilidade­s analíticas orientadas a data science, lo que raramente se enseña en las carreras. Quizá la habilidad más importante, dada la naturaleza cambiante, es aprender y adaptarse rápido y demostrar gran capacidad de liderazgo.

Otro reto es lograr una integració­n entre la comunicaci­ón y lo tecnológic­o. La industria requiere gente que pueda organizar y analizar datos y usar design thinking para generar modelos de negocios desde algo que no existe.

Aún con estos retos, en mi opinión no existe un rol más divertido que este. Combina lo creativo con lo analítico e interactúa con nuevas fuentes de datos que permiten entender el sentimient­o de la marca sin que nadie interfiera. Podemos ver lo que la gente busca: lo que no le cuenta a su psicólogo, esposo o amigo. Con estos nuevos datos, la mayor parte llega del análisis de fuentes digitales; ¡el entendimie­nto que desencaden­an para marketing es riquísimo!

No sabemos cómo será el rol del CMO en 10 años, pero de lo que estamos seguros, es que en las empresas de hoy, nadie tiene que aprender más que un CMO. m

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