Ahí, donde está el peligro...
De la ingeniería a la psicología y de ésta al mundo, la idea de la “resiliencia” ha ganado terreno. Esta viene del latín resilio, que indica “saltar hacia atrás” y en ese sentido, regresar a un estado anterior: de ahí que ataña a la capacidad de un ser humano para reponerse después de un evento adverso y lograr quedar “como si nada”.
Ese mismo término pretende ahora aplicarse al planeta. En efecto hay quienes pregonan que pase lo que pase, el planeta restaurará su equilibrio gracias a la resiliencia de la Tierra. Aunque la especie humana se extinga, aunque se acabe el hielo de los polos, aunque muera toda forma de vida, nos dicen, el planeta se regenerará.
Esa ingenua visión del futuro conlleva un problema ético: la responsabilidad moral no parece tan grande si hagamos lo que hagamos, la supuesta resiliencia del planeta lo salvará. A lo sumo se extinguiría el ser humano para beneficio del planeta, pero en éste, dicen los defensores de esa idea, la vida seguiría.
La realidad que muestran los hechos es otra: la biodiversidad va en picada y la humanidad no está en absoluto en peligro de extinción. Desde hace milenios el Homo sapiens ha dejado a su paso muerte y devastación, somos una especie depredadora. Cuando no éramos demasiados, terminábamos por abandonar las áreas empobrecidas por nuestras acciones en busca de nuevas tierras, y eso le daba tiempo a la vida para resurgir.
Hoy ya no emigramos: nos hacinamos, crecemos y cada día son más los seres humanos y menos la biodiversidad. A este paso la vida en el planeta bien puede no sobrevivir con la excepción del más cruel depredador: el ser humano. Entonces la soledad será infinita.
Pero “ahí, donde está el peligro, surge lo que salva” decía Hölderlin. Y así es; imposible regresar a la vida de las cavernas o renunciar al avance tecnológico. Éste, ha puesto en jaque al planeta, pero él mismo puede salvarlo. La única posibilidad para la biodiversidad está en procurar ciencias y tecnologías con una guía ética comprometida de manera radical. Bienvenida la ciencia y la técnica con una ética no sólo para el ser humano, sino para con toda la biodiversidad.