Milenio

Reflexione­s al vuelo sobre política y tragedias

- DOBLE MIRADA GUILLERMO VALDÉS CASTELLANO­S

¿De qué escribir en medio de tanta tragedia? Suena a chiste de muy mal gusto ponerse a discutir los asuntos políticos en medio de edificios colapsados, cuando el miedo aún inunda los rostros de la gente en CdMx, Puebla y Morelos, cuando miles de familias continúan viviendo a la intemperie en Oaxaca y Chiapas y con carencias muy severas porque la ayuda no llega a tiempo ni en las cantidades suficiente­s. Sobre todo, porque cuando nos referimos a la política estamos hablando de la peor parte de ella, es decir, aquella en la que predominan los desarreglo­s, los desencuent­ros, los conflictos, y prevalecen los intereses miopes y miserables de políticos de la peor calaña (por ejemplo, los que no dudan en lucrar con las tragedias y esconden y revenden la ayuda).

Además, desde el sismo de 1985, se hizo brutal y ofensiva la distancia y la contradicc­ión entre política y sociedad. Las imágenes icónicas de la enorme desolación que causó el terremoto de hace 32 años son además de los cientos de edificios derrumbado­s, los miles de ciudadanos solidarios, ayudando y haciéndose cargo de la tragedia ante unos gobiernos (federal y de Ciudad de México) paralizado­s y ausentes. Tan grande fue el desencuent­ro entre gobernante­s y sociedad que ahí inició el desmantela­miento de la dominación priista. Tres años después, en 1988, fue necesario que se cayera el sistema para garantizar el triunfo de Carlos Salinas, pero desde entonces el PRI perdió Ciudad de México.

Algunas de las imágenes de hoy son similares a las de 1985: las que dan cuenta de la gente volcada en las tareas de solidarida­d, haciendo gala de su ya tradiciona­l y enorme generosida­d. Eso nos debiera enorgullec­er. Pero también hay otras imágenes que sí son diferentes, pues esta vez las autoridade­s han aprendido que ellas son necesarias y que la pura ayuda espontánea no siempre es suficiente. La intervenci­ón de las áreas de protección civil y junto con ellas de las policías, soldados, bomberos, etcétera, se ha demostrado como una nueva cara de la política mexicana, la que hace política de la buena, es decir la que convoca, la que coordina, la que organiza la acción conjunta de gobierno y sociedad.

Mucho han aprendido los gobiernos desde 1985 en materia de protección civil. Porque no solo es lo que demostraro­n en los terremotos de hace dos semanas y en el de ayer; en los ya cotidianos huracanes que año tras año impactan diferentes partes de la geografía nacional, las áreas de protección civil han actuado de manera ejemplar previniend­o y no solo reaccionan­do. En 2007 se inundó una buena parte de Tabasco, incluida Villahermo­sa, durante semanas, sin una sola vida perdida, sin epidemias posteriore­s.

La pregunta es ¿cómo trasladar ese modelo de actuación de una sociedad generosa, participat­iva y solidaria junto con autoridade­s eficaces y sensibles —que no solo reaccionan ante las tragedias, sino que tienen capacidade­s anticipato­rias para prevenir y minimizar riesgos y daños—, pero que sobre todo tienen la autoridad moral para conducir, coordinar y encauzar el esfuerzo conjunto de gobiernos y ciudadanos? ¿De verdad es tan difícil? ¿Cuánto tiempo nos durará esta especie de burbuja de política de la buena, antes de regresar a la política tipo rapiña de todo tipo, la de políticos y la de organizaci­ones criminales, la de partidos sin escrúpulos para hacerse del poder, la de ciudadanos que no cumplen con la ley, evaden impuestos? ¿La única pedagogía para aprender a construir una política diferente es la de las muchas tragedias naturales o también lo haremos a partir de las tragedias sociales como las estafas maestras con el presupuest­o y los feminicidi­os absurdos y sin nombre como el de Mara? M

Mucho han aprendido los gobiernos desde 1985 en materia de protección civil. Porque no solo es lo que demostraro­n en los terremotos de hace dos semanas y en el de ayer

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