Milenio

CRÓNICAS TELÚRICAS

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La Tacho

Era un imberbe sin causa para digerir la magnitud del terremoto que cambió el ADN de la ciudad. Para mí, los ecos del 19 de septiembre de 1985 fueron creciendo con anécdotas e imágenes que al final me instalaron en su real dimensión.

La Condechi, Roma y Escandón son colonias por las que pedaleo para llegar a MILENIO. Como cualquier urbanita, crucé sus calles sin imaginar en qué se convertirí­an horas después de que la tierra lanzó el coletazo. En el trayecto de regreso a casa, vi a una horda de niños que realizaban el trabajo que hicieron sus padres hace 32 años con la misma tenacidad, hambre de ayudar y con celulares para documentar los ecos del fatídico cumpleaños del terremoto del ’85. Podemos perder muchas cosas, pero nunca el espíritu solidario.

EMuchas manos, poco orden Guillermo Guerrero n Chimalpopo­ca y Bolívar se colapsó una fábrica de ropa. Como en el 85, los grandes rollos de tela detuvieron las pesadas lozas que cayeron sobre las mujeres que en ese momento trabajaban. Los vecinos de la zona nos movilizamo­s para sacar escombro en una operación hormiga: piedra por piedra, en grandes cadenas humanas, para llegar a los posibles sobrevivie­ntes.

En la madrugada llegó el caos: diferentes grupos de rescatista­s, Ejército y Protección Civil no se ponían de acuerdo sobre cuál era la manera adecuada de llegar a ellos, si es que hubiera. Por más de hora y media las labores se pararon. Los voluntario­s se desesperab­an, quisieron hacer motín y seguir por su cuenta. La instrucció­n era confusa: “Sabemos que quieren ayudar, pero ahorita no”, dijeron. Al final las brigadas civiles se organizaro­n para seguir sacando cascajo de las orillas. De repente, cuando los civiles quitaban piedras con palas, picos y las manos desnudas, se pidió silencio: allá, al fondo, se oyó la voz de una mujer atrapada.

Y todo se volvió un grito de alegría. Y comenzamos a trabajar, ahora sí, todos juntos como un solo ser.

THoy, México es uno Karina Vargas ransportad­a en distintos medios, la ayuda arriba a los edificios colapsados y centros de acopio. En el camino los voluntario­s son auspiciado­s con agua, comida y cubrebocas. Han pasado 24 horas de la sacudida. Las fugas de gas en las zonas dañadas enturbian el ambiente. El personal de rescate y los voluntario­s son relevados por nuevos altruistas. En la zona de Portales, al sur de la ciudad, un edificio que hacía esquina con Emiliano Zapata y Prolongaci­ón Petén, se derrumbó.

Ahí, al mediodía, hay un par de hileras de voluntario­s que mano a mano sacan cubetas con escombros. Los vecinos se organizan para hacer vallas humanas y desalojar a los mirones de la zona destrozada. “Solo gente con casco, guantes y herramient­a”, replican. Los puños levantados son señal de guardar silencio para percibir alguna muestra de vida que exista debajo del colapso. A un soplo de aliento le responden aplausos. Luego, nada. Pasan las horas alrededor en espera de un rescate. El peligro de nuevos derrumbes o réplicas telúricas continúa, pero la gente hoy, además de alerta, está unida.

PLo que se necesita Verónica Maza Bustamante odría escribir los versos más tristes esta tarde, pero prefiero decirles lo que creo que se necesita —cosas sencillas pero por demás útiles— tras pasar las primeras horas de contingenc­ia, luego de hacer un recorrido caminando y en bicicleta por varias zonas afectadas.

1. Si quieren llevar alimentos y agua, infórmense bien antes de salir a entregarlo­s a las áreas de derrumbe. Muchas están bloqueadas. Mejor pregunten en redes dónde hay refugios o centros de acopio y si se están recibiendo cosas.

2. Siguen haciendo falta lámparas, spots, cosas para alumbrar. Pilas de las pequeñas, pero sobre todo DD. Estuve ayudando en la noche y se usan para muchas cosas, no solo para alumbrar los derrumbes. También se necesitan impermeabl­es por si llueve.

3. En caso de que tengan una ventana que dé a la calle y luz, saquen multiconta­ctos por ahí para que los brigadista­s carguen sus celulares o lámparas LED.

4. Hay muchos edificios muy dañados que han sido desalojado­s. Es importante tener cuidado si se transita por esa zona. Usen el auto lo menos posible (la bici es mejor opción) para no generar más tráfico vial del que ya hay por las calles cerradas.

5. Es necesario donar dinero. Busquen la plataforma que más confianza les dé, pero además de víveres se necesitan recursos económicos.

6. Si llevan comida fresca, no la dejen a los brigadista­s y ya. Lo ideal es preguntar a cada persona trabajando si gusta agua o comida, porque están tan entregados a la labor, que no suelen acercarse a las mesas de alimentos.

EPiedritas en el zapato Rafael Tonatiuh n las redes sociales circularon varias advertenci­as (muchas con el hashtag #FuerzaMéxi­co) solicitand­o que no se realizaran ni se compartier­an memes sobre el sismo, advertenci­a que estaba de más, pues yo no vi ninguno; sin embargo, hubo algunas personas que lograron enfurecer a la banda.

El ex diputado panista Gildardo Guerrero, tuiteó: “Qué buen simulacro hicieron en la Ciudad de México, con efectos especiales y toda una producción #MisRespeto­s” (luego dijo que lo hackearon).

Juan Cirerol (músico de Mexicali) tuiteó: “Debería darme tristeza el sismo del DF, pero no”, acompañado de una carita sonriente. Luego borró el tuit y se disculpó, no sin antes escribir cosas como: “Si no me pueden callar, pues mátenme, perros” y “La neta no le jueguen a las patadas con Sansón, ustedes, sociedad podrida” (si toma, no tuitee, compañero artista). Uniformado­s y agentes de Protección Civil también hicieron enojar a la población por no dejarlos ayudar. En Ámsterdam y Laredo, Colonia Condesa, se cayó un edificio y el actor Álvaro Guerrero reportó: “Insisto. Pinchis militares. No nos dejan ayudar. Yo vivo en esta calle y por eso no me pueden detener. Hace un momento iba llevando agua para los que están en chinga y me pregunta un verde: ¿A dónde vas? Y le respondí: Voy a llevar agua para un reventón de veganos, idiota”. m

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