Pronostica su triunfo electoral este domingo, la líder alemana deberá seguir lidiando con el presidente estadunidense
Con una ventaja que
La primera vez que Donald Trump se reunió con Angela Merkel, las fotos de su torpe apretón de manos en la Oficina Oval dieron la vuelta al mundo y en sus futuros encuentros hicieron poco para romper el hielo.
Pero si la mandataria de 63 años logra, como se espera, un cuarto periodo en las elecciones legislativas del domingo, los líderes de Estados Unidos y Alemania tendrán que encontrar una manera de trabajar juntos.
Casi todo en Mutti (mamá en alemán), como llaman los alemanes a la líder más influyente de Europa, la distingue del inquilino de la Casa Blanca, de 71 años, desde sus antecedentes biográficos hasta su personalidad y su estilo político.
Merkel es tan cautelosa, discreta y pragmática como Trump es impulsivo, tempestuoso e impredecible. Desde que Trump asumió en enero, la hija del pastor de la antigua Alemania Oriental ha dejado claro al mundo sus profundas diferencias con el presidente estadunidense, el tercero con el que ha trabajado después de George W. Bush y Barack Obama.
En una conferencia de prensa conjunta en Washington con el magnate inmobiliario, elegido con la promesa de poner a “Estados Unidos primero”, la canciller Merkel defendió en cambio una visión “abierta” a la globalización.
Después de una cumbre del Grupo de los 7 (G7) en mayo pasado en Sicilia, que evidenció las divergencias de los socios globales con Trump en comercio y cambio climático, Merkel, usualmente medida en sus declaraciones, calificó los resultados de “seis contra uno” como “muy difíciles, por no decir muy insatisfactorios”.
Días después, en Múnich, Merkel advirtió que la elección de Trump había debilitado el lazo transatlántico y que Europa ya no podía confiar ciegamente en su aliado histórico.
“Trump y Merkel son como el agua y el aceite”, resumió Charles Kupchan, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad de Georgetown y ex asesor de Obama.
“Trump llegó a la Oficina Oval desafiando al establishment y prometiendo a los estadunidenses descontentos que era hora del cambio, Merkel es todo lo contrario”.
“Ella sigue ganando porque promete a los alemanes lo mismo de siempre”, explicó. Las diferencias entre ambos son profundas.
Que Washington se queje del superávit comercial de Alemania no es nada nuevo, pero Trump ha sido mucho más agresivo que sus predecesores, amenazando con represalias en forma de impuestos fronterizos.
Berlín está además furioso por la decisión de Trump de retirarse del Acuerdo de París para combatir el cambio climático.
Si Washington cumple sus amenazas de romper el acuerdo nuclear de 2015 entre seis potencias mundiales e Irán, la relación se agravará aún más.
Lo que está en juego es mucho más que las relaciones bilaterales: como veterana entre los actuales líderes de Europa, Merkel tiene un papel único en la escena diplomática mundial. m