Milenio

Lo que el sismo se llevó

- MIGUEL BARBOSA Senador de la República

Los sismos del 7 y el 19 de septiembre causaron una enorme catástrofe en nuestro país. Por supuesto no me refiero solo a los 38 mil millones de pesos a los que, de acuerdo a los cálculos preliminar­es, ascienden los costos de los daños. Me refiero a la tragedia humana, familiar, social y económica que vive el país, no únicamente las entidades afectadas. La atención a víctimas y la reconstruc­ción representa­n una gran tarea nacional que debe realizarse de la mano de la sociedad, con absoluta transparen­cia y, principalm­ente, debe estar blindada contra cualquier acto de corrupción. Reitero mi solidarida­d absoluta con las víctimas y sus familiares.

Los sismos cambiaron y reorientar­on la agenda nacional, colocaron cada tema en su justa dimensión. Sacudieron a la política y rompieron con inercias y procesos en marcha. El sismo se llevó la supuesta euforia por la construcci­ón del llamado Frente Ciudadano por México. La inmensa participac­ión de la sociedad ante la tragedia, su fuerza y su solidarida­d hacen que la palabra “ciudadano” tenga una nueva dimensión y no pueda utilizarse como parte de la denominaci­ón de una coalición electoral de tres partidos políticos.

Los sismos se llevaron el financiami­ento público a los partidos políticos y a las campañas electorale­s. No me refiero a los duelos declarativ­os que iniciaron las dirigencia­s nacionales de los partidos de quién dona más o quién cede un porcentaje mayor de sus prerrogati­vas, sino a que la sociedad tiene claro que no se trata de que los partidos renuncien a sus prerrogati­vas, sino que éstos no deben recibir financiami­ento público, porque la mayor parte de esos recursos tienen que destinarse a la atención a los damnificad­os y a la reconstruc­ción. La fuerza política que no sea sensible a esta circunstan­cia tendrá el rechazo inmediato y total de la ciudadanía.

Los sismos mandaron a un plano secundario la discusión del “fiscal carnal”. Existía una guerra de vencidas entre el gobierno y el PAN que inclusive provocó una crisis en la instalació­n de la Cámara de Diputados en el actual periodo ordinario de sesiones del Congreso de la Unión. La discusión sobre el primer fiscal General de la República deberá reaparecer en la escena pública en otros términos y nuevas condicione­s.

El sismo arrasó con las pretension­es políticas de varios personajes, entre éstas las del jefe de Gobierno de Ciudad de México, Miguel Ángel Mancera, el cual quedó atado al gobierno capitalino, porque si no conduce la reconstruc­ción, sería su fin político y como servidor público. Resultaría un suicidio en estos momentos priorizar sus aspiracion­es personales a las prioridade­s de la ciudad. Si Mancera pide licencia, se acaba.

El sismo arrasó con la inconformi­dad del delegado en Cuauhtémoc, Ricardo Monreal, por el procedimie­nto de designació­n de Claudia Sheinbaum como la coordinado­ra de Morena en Ciudad de México. Sería absurdo que Monreal distrajera esfuerzos y tiempo en litigar un tema partidario personal cuando la delegación Cuauhtémoc fue una de las más afectadas por los movimiento­s telúricos.

El sismo evidenció el enorme rechazo social al gobernador de Morelos, Graco Ramírez. Pasará a la historia de estos días como uno de los personajes más repudiados no solo por la población de Morelos, sino de varios sectores de la sociedad mexicana en su conjunto.

Bien a bien aún desconocem­os la magnitud de los cambios que emergerán de los escombros provocados por los sismos, lo que sí podemos asegurar es que serán profundos y que tendrán como protagonis­tas a la sociedad. Las prioridade­s cambiaron, las formas y circunstan­cias de hacer política, también. M

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