Lo que el sismo se llevó
Los sismos del 7 y el 19 de septiembre causaron una enorme catástrofe en nuestro país. Por supuesto no me refiero solo a los 38 mil millones de pesos a los que, de acuerdo a los cálculos preliminares, ascienden los costos de los daños. Me refiero a la tragedia humana, familiar, social y económica que vive el país, no únicamente las entidades afectadas. La atención a víctimas y la reconstrucción representan una gran tarea nacional que debe realizarse de la mano de la sociedad, con absoluta transparencia y, principalmente, debe estar blindada contra cualquier acto de corrupción. Reitero mi solidaridad absoluta con las víctimas y sus familiares.
Los sismos cambiaron y reorientaron la agenda nacional, colocaron cada tema en su justa dimensión. Sacudieron a la política y rompieron con inercias y procesos en marcha. El sismo se llevó la supuesta euforia por la construcción del llamado Frente Ciudadano por México. La inmensa participación de la sociedad ante la tragedia, su fuerza y su solidaridad hacen que la palabra “ciudadano” tenga una nueva dimensión y no pueda utilizarse como parte de la denominación de una coalición electoral de tres partidos políticos.
Los sismos se llevaron el financiamiento público a los partidos políticos y a las campañas electorales. No me refiero a los duelos declarativos que iniciaron las dirigencias nacionales de los partidos de quién dona más o quién cede un porcentaje mayor de sus prerrogativas, sino a que la sociedad tiene claro que no se trata de que los partidos renuncien a sus prerrogativas, sino que éstos no deben recibir financiamiento público, porque la mayor parte de esos recursos tienen que destinarse a la atención a los damnificados y a la reconstrucción. La fuerza política que no sea sensible a esta circunstancia tendrá el rechazo inmediato y total de la ciudadanía.
Los sismos mandaron a un plano secundario la discusión del “fiscal carnal”. Existía una guerra de vencidas entre el gobierno y el PAN que inclusive provocó una crisis en la instalación de la Cámara de Diputados en el actual periodo ordinario de sesiones del Congreso de la Unión. La discusión sobre el primer fiscal General de la República deberá reaparecer en la escena pública en otros términos y nuevas condiciones.
El sismo arrasó con las pretensiones políticas de varios personajes, entre éstas las del jefe de Gobierno de Ciudad de México, Miguel Ángel Mancera, el cual quedó atado al gobierno capitalino, porque si no conduce la reconstrucción, sería su fin político y como servidor público. Resultaría un suicidio en estos momentos priorizar sus aspiraciones personales a las prioridades de la ciudad. Si Mancera pide licencia, se acaba.
El sismo arrasó con la inconformidad del delegado en Cuauhtémoc, Ricardo Monreal, por el procedimiento de designación de Claudia Sheinbaum como la coordinadora de Morena en Ciudad de México. Sería absurdo que Monreal distrajera esfuerzos y tiempo en litigar un tema partidario personal cuando la delegación Cuauhtémoc fue una de las más afectadas por los movimientos telúricos.
El sismo evidenció el enorme rechazo social al gobernador de Morelos, Graco Ramírez. Pasará a la historia de estos días como uno de los personajes más repudiados no solo por la población de Morelos, sino de varios sectores de la sociedad mexicana en su conjunto.
Bien a bien aún desconocemos la magnitud de los cambios que emergerán de los escombros provocados por los sismos, lo que sí podemos asegurar es que serán profundos y que tendrán como protagonistas a la sociedad. Las prioridades cambiaron, las formas y circunstancias de hacer política, también. M