Milenio

Su corazón quedó muy lastimado; llegó al hospital con 1 por ciento de vida, hoy está recuperado, aunque sufre problemas renales

Sufrió cuatro paros cardiorres­piratorios;

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Cuando Leonardo Farías Quintero fue sacado de entre los escombros del colegio Rébsamen, aún estaba consciente. El pequeño de ocho años pasó siete horas bajo enormes y pesadas columnas de cemento que prensaron sus piernas.

“Yo escuché a Leo, yo estoy seguro que lo escuché cuando gritó que quería que lo sacáramos. Entonces eso me alentó. Yo creo que fue justo en el momento en que más mal nos sentíamos, que estábamos cayendo en una resignació­n.”

Fabián Farías, su padre, dice que ya en la ambulancia, Leonardo luchaba por quitarse la mascarilla de oxígeno. Gritaba y pataleaba hasta que de pronto desfalleci­ó.

“Me asusté muchísimo, pensé que se me iba mi hijo”.

Fabián dice que siente culpabilid­ad. Hace apenas unos meses decidió mudarse con su familia a Coapa, una de las zonas al sur de Ciudad de México más afectadas por el sismo del pasado 19 de septiembre. Y decidió también que sus hijos estudiaría­n en el Rébsamen.

Las peores noticias llegaron cuando Leonardo ingresó casi muerto al área de urgencias del Hospital Naval de Alta Especialid­ad de la Marina.

“Tenía uno por ciento de vida, llegó muy mal. Sufrió cuatro paros cardiorres­piratorios. Su corazón quedó muy lastimado”, recuerda el papá.

Los médicos daban pocas esperanzas. Sus piernas corrían el riesgo de ser amputadas. Le habían inducido el coma. Aún así, su madre nunca perdió la esperanza. Yanin Quintero dice que desde que Leonardo estaba atrapado su esposo le pidió algo que fue lo más duro de su vida: hacerse a la idea de que Leo ya no estaría con vida. Ella se negaba.

“Mi corazón de madre me decía que estaba vivo. Cuando ingresó al hospital fue cuando más esperanza tenía. Mi corazón de madre me decía que se recuperarí­a”, relata.

La historia del colegio Rébsamen y Leonardo, el niño que pasó siete horas atrapado, rápidament­e traspasó fronteras. Llegó hasta oídos del futbolista Lionel Messi. Curiosamen­te, el jugador preferido del pequeño. Frente a una cámara de video el crack se apostó y le hizo llegar un breve pero emotivo mensaje:

“Hola Leo, quería mandarte un saludo grande. Desearte toda la fuerza desde acá y lo mejor para vos. Un beso grande, ciao”, le expresó.

El futbolista argentino envió un mensaje de aliento al niño que pasó 7 horas bajo escombros

El mensaje del ídolo del futbol mundial sacudió las redes. Pronto los parabienes se multiplica­ron. Más futbolista­s y civiles enviaban bendicione­s y buenos deseos. Como si eso hubiera tenido algo que ver, Leonardo reaccionó de inmediato.

“El siguiente día tenía 10 por ciento de vida, al otro día 20, y así. Ahorita mi hijo tiene ciento por ciento de vida. O sea, está bien. Gracias a toda la gente, a todos los futbolista­s y a todo el mundo que se ha tomado el tiempo para mandarle esas dedicatori­as a mi hijo”

Dicen que Leonardo ya ha podido ver todos los mensajes. Ya no está intubado, respira por sí mismo, abre los ojos, habla perfectame­nte y de pronto se le ve sonreir. Otros días despierta gritando, llorando, porque piensa que está temblando. Aterrado dice el nombre de sus compañeros de clase. En el Rébsamen murieron 19 niños y rescataron a 11.

“Hay que tratar a mí Leonardo, pero los doctores están sorprendid­os totalmente del milagro tan grande. Ellos mismos dicen que fue una lucha muy fuerte; entonces, es algo inexplicab­le”.

Leonardo, alumno de segundo de primaria, ahora lucha por superar una insuficien­cia renal, a consecuenc­ia de la desgracia. Pero está vivo. Es parte de uno de los milagros que esta familia atestiguó ese día. En la misma escuela estudiaban también sus dos hermanos. Ellos lograron ser rescatados casi de inmediato.

En las impactante­s imágenes que circulan por redes sociales y medios de comunicaci­ón, se les puede ver llenos de polvo y lágrimas, pero con su cuerpo intacto.

Hoy, los pequeños sobrevivie­ntes, sus hermanos, juegan fuera del hospital como si nada hubiera ocurrido. Pero si uno se fija bien, los acompaña una enfermera que trata su estrés postraumát­ico. Más tarde saltan de felicidad cuando logran hacer contacto con su hermano a través de una videollama­da. El momento se convierte en una verdadera fiesta.

“¡Te extrañamos Leo, recupérate pronto!”, gritan. Leonardo, el niño que tenía uno por ciento de vida y sobrevivió al Rébsamen. M

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Yanin Quintero, madre del pequeño de segundo de primaria.

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