Problemas no planteados, falsas soluciones
La tristeza, la frustración, el miedo, la ira son humores sociales, les llamaría el Presidente, desaconsejables para plantear y tomar decisiones. Bajo la premisa de que la gente está enojada se pretende justificar la discusión de temas inocuos y la formulación de soluciones a problemas que ni siquiera han sido planteados. Si los partidos políticos o algunos de ellos se suman a esa estructura de argumentación, no debe sorprender. Al final, la ciudadanía en abstracto no existe, sino los votos concretos y contables.
El PRI blofea poniéndose una pistola en la sien e invita a los demás partidos a que hagan lo mismo. El Instituto Nacional Electoral actual, no el imaginario a modo de algunos de sus críticos, está diseñado para un sistema de partidos políticos con base en la existencia predominante del financiamiento público. El PRI sabe que, en una situación extrema, improbable, el PAN y Morena estarían dispuestos a secundar la iniciativa anunciada por Enrique Ochoa. Ese respaldo aportaría la aritmética legislativa necesaria para su aprobación. Los tres partidos estarían en condiciones objetivas de suplir al financiamiento público con base en aportaciones privadas. Pero eso en la elección presidencial. En más de 3 mil 400 candidaturas adicionales no hay manera de que los particulares sufraguen ese gasto. El PRI lo sabe. No es secundaria la brecha intelectual y académica entre Enrique Ochoa y Alejandra Barrales, por ejemplo. La propuesta priista tiene todas las de ganar, aunque pierda y no prospere.
Aquí cabe una digresión necesaria. Supongamos que es cierta la cifra de cerca de 40 mil millones de pesos en el cálculo de los daños por los sismos del 7 y 19 de septiembre. Esa es una estimación oficial. Equivale a 0.8% del Proyecto de Presupuesto para 2018. En un país de las dimensiones de México, nada. Es una cantidad reasignable en una sobremesa de los diputados que integran la Comisión de Presupuesto. Pero esa es la solución pública a un problema no planteado que es el de las proporciones y montos de financiamiento público y privado a las campañas electorales y al tan aplaudido órgano ciudadanizado encargado de hacer las elecciones. Si la cifra de los casi 40 mil millones de pesos es cierta, para las finanzas públicas es un costo marginal, si se considera que, a pesar de las pérdidas humanas y los derrumbes, la infraestructura estratégica está intacta, a diferencia de 1985. No hubo más que afectaciones menores, resueltas con éxito por las instituciones que, según algunos, fueron otra vez rebasadas. Baste recordarles que 98% del servicio eléctrico se había restablecido en menos de 48 horas, cuando en Miami, después de Irma, hay graves fallas de luz, bancos, vialidad y comercio. Esas son instituciones y no simples voluntades solidarias.
El problema en torno a la representación es todavía más complejo que el del financiamiento, al menos desde Edmund Burke y John Locke, y los estudiosos en serio no llegan a un acuerdo concluyente. El tamaño del Congreso es todavía más arbitrario. Pero síganle. Del voluntarismo rescatista al voluntarismo opinócrata. Y el PRI hace lo que tiene que hacer y sonríe. M