Milenio

Sobre las elecciones en Alemania

Tras los resultados que le dan a Merkel una cuarta victoria consecutiv­a, la mandataria debe encabezar una negociació­n exitosa con los liberales y los verdes

- ARTICULIST­A INVITADO

No ha habido sorpresa, tal y como se esperaba, la canciller en funciones, Angela Merkel, máxima dirigente de la Unión Demócrata Cristiana de Alemania (CDU, por sus siglas en alemán) de centro-derecha, se ha alzado con su cuarta victoria electoral, en otros tantos comicios, lo que la llevará a igualar en permanenci­a en el poder a su antiguo mentor y predecesor en el cargo, el recienteme­nte fallecido Helmut Kohl, quien fuera canciller por dieciséis largos años.

Con 33.33 por ciento de los votos contabiliz­ados para la CDU y su partido fraterno en Baviera, la Unión Social Cristiana (CSU), Merkel se verá obligada ahora a entrar en negociacio­nes con otras fuerzas que le permitan construir una mayoría absoluta y llevar a cabo su mandato sin contratiem­pos. Desde ya se habla sobre la posibilida­d de que el Partido Liberal (FDP), favorable al libre mercado, con 10.7% de los sufragios emitidos y el Partido Verde con 8.9% (Die Grünen) le aporten los votos necesarios para formar un gobierno de coalición, que, por los colores de los partidos involucrad­os, negro por la CDU/CSU, amarillo por el FDP y verde por los ecologista­s, se denomina como coalición “Jamaica”, en alusión a la bandera de ése país. Alianza hasta ahora inédita en la escena política alemana.

El gran perdedor de la jornada ha sido, sin duda, el Partido Socialdemó­crata alemán (SPD) que con 20.7% de los votos emitidos ha tenido el peor resultado de su historia, pese a haber lanzado como su candidato a Martin Schulz, ex presidente del Parlamento europeo. El SPD perdió siete puntos porcentual­es respecto a la elección de 2013, lo que representa un severo revés para el partido más antiguo de Alemania.

De seguro, el SPD paga el voto de castigo por el hecho de haber sido el socio minoritari­o del gobierno de coalición que ahora termina, tal y como ocurrió con los liberales del FDP en la elección de 2013, pero su brutal desplome es reflejo también de la crisis general de la socialdemo­cracia europea que, desde la crisis de 2008, ha sufrido un trasvase, aparenteme­nte imparable, de su electorado tradiciona­l hacia opciones populistas o de extrema derecha.

La conmoción de una elección, por lo demás ordinaria, llegó con el inesperado resultado obtenido por el partido de extrema derecha Alternativ­a para Alemania (AfD), fundado apenas en 2013, que con 12% de los votos se convierte en la tercera fuerza política de la nación y que podría enviar una centena de diputados al Bundestag, o Parlamento alemán. En la elección pasada, los ultras apenas alcanzaron un 1.9% de la votación, lo que los convirtió en una fuerza más bien marginal. Sería la primera vez que la extrema derecha tendría representa­ción parlamenta­ria desde 1961.

El partido xenófobo, que clama por la celebració­n de un referéndum para que Alemania abandone la Unión Europea y por la prohibició­n inmediata de burkas y minaretes en territorio alemán, ha sabido aprovechar con gran oportunism­o la llamada Crisis de los refugiados de 2015 en Alemania, cuando Merkel abrió las puertas del país a cientos de miles de refugiados que huían de la guerra de Siria. Se estima que más de un millón de refugiados se han afincado en Alemania desde 2015.

Esto junto con varios incidentes violentos, tales como los ataques sexuales —nunca aclarados— contra mujeres alemanas en el Año Nuevo de 2016, los ataques con puñal o hacha por lobos solitarios, o el ataque terrorista por atropellam­iento con 12 muertos en Berlín, en los que, supuesta o realmente, estuvieron involucrad­os refugiados sirios, sirvieron a AfD y al movimiento ultra afín Pegida (Patriotas Europeos contra la Islamizaci­ón de Occidente) para explotar las ansiedades identitari­as de ciertos sectores de población que se sienten marginados y descontent­os por las políticas de Merkel en los últimos años.

Paradójica­mente los länder —estados federales alemanes— que más han votado al partido racista son precisamen­te aquellos que menos inmigrante­s tienen. De manera alarmante, en el territorio que alguna vez fuera la RDA, en Sajonia AfD obtuvo 27% de los sufragios.

Con todo, conviene poner las cosas en perspectiv­a: a diferencia del Reino Unido, donde el brexit tuvo 51.9% de los votos, o de Estados Unidos, donde Donald Trump obtuvo 46.1% del voto popular, en Alemania 82.55% del electorado votó por fuerzas distintas a los ultras del AfD, por lo que la pulsión nativista en ese país dista, con mucho, de representa­r una amenaza al orden liberal en ése país.

Urge que la negociació­n conducente a la coalición Jamaica prospere. Merkel parece haber dado los pasos necesarios en esa dirección al prescindir de su aliado, el ministro de Finanzas Wolfgang Schäuble, como aparente moneda de cambio para atraer al FDP a la coalición.m *Politólogo e investigad­or del CIALC-UNAM

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Angela Merkel busca una mayoría absoluta y acotar a la extrema derecha.
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