Milenio

EN LA ZONA HAN VIVIDO ARTISTAS, ESCRITORES, POLÍTICOS... La Condesa, entre la memoria y el colapso

Ignacio Otero Muñoz presenta un libro en el que reúne diversas vivencias de los vecinos que han habitado en esa colonia, hoy víctima de los sismos

- Jesús Alejo Santiago/México

La Antigua Hacienda de la Condesa fue fundada en la primera mitad del siglo XVIII; pertenecía a la tercera Condesa de Miravalle y tenía una extensión de 160 mil metros cuadrados y tenía una extensión que abarca lo que hoy son las colonias Condesa, Hipódromo Condesa y Roma Norte.

La primera residencia de la zona se construyó a inicios del siglo XX, en lo que hoy es la Embajada de Rusia en México; pertenecía a Guillermo Landeros y Escandón, entonces gobernador del Distrito Federal, a quien se unieron apellidos como Limantour, Casasús, Reyes Espíndola, Castellot y Creel, del grupo de los Científico­s, quienes pidieron autorizaci­ón a Porfirio Díaz para urbanizar las faldas del cerro de Chapultepe­c.

Es una historia contada por un hombre que durante casi medio siglo vivió y recorrió las calles de la Condesa: Ignacio Otero Muñoz. Conoció a algunos de los personajes de esa zona, y ya en su adultez se dio cuenta de que había poco registro no solo de las personas, sino incluso de casas y monumentos.

Así fue como se dio a la tarea de escribir una serie de crónicas que describen parte de su historia y de los personajes, la mayoría de ellos singulares, que la han habitado, lo que dio como resultado el libro El antiguo imperio de la colonia Condesa (Editorial Infame Turba).

Rememora: “Ahí vivían muchos políticos, como Gonzalo N. Santos. El fundador del PAN, Manuel Gómez Morín, vivía frente al Parque España, en Nuevo León; Enrique Krauze vivía por el Parque México y los Aguilar Camín vivían frente a ese jardín, entre Parras y Sonora. Decían que ahí se juntaban para contar historias”. Políticos, deportista­s, hombres de negocios y, sobre todo, artistas y escritores aparecen en las páginas de un libro que apuesta por la memoria, si bien don Ignacio volvió a las calles de la tradiciona­l colonia para reencontra­rse con sus amigos, aunque también para vivir la nostalgia.

Menciona sitios como la Capilla Alfonsina, el Club Parras, el College Club y el edificio Condesa, “donde vivieron cineastas como Luis Buñuel, cantantes como Plácido Domingo; Francisco Gabilondo Soler, Salvador Elizondo y María Luisa Elío”.

Ésta le contó una historia fantástica: cuando ella vivía en el edificio Condesa “la venía a ver García Márquez y le entregaba los capítulos de Cien años de soledad. Cuando salió publicada, el primer ejemplar se lo entregó directamen­te y ella le dijo: ‘No me hagas esto, Gabo: es como si le hubieran puesto mi nombre al pie de un monumento’. Aquí se han vivido muchas cosas”.

Otero Muñoz no solo recupera parte de su memoria, sino la de otros vecinos que se han mantenido en la zona, sobre todo tras el crecimient­o urbano y comercial que se ha dado en los últimos años. “La cantina El Centenario, por ejemplo, era para los propios vecinos, siempre encontraba­s a alguien con quien platicar. Ahora llegas y es raro que te reúnas con un amigo”, comenta a MILENIO.

Es un volumen lleno de anécdotas, de historias de los vecinos y de personajes, pero también de situacione­s que se vivieron en la Condesa. Don Ignacio, abogado de profesión, sostuvo conversaci­ones y entabló amistad con muchos de los escritores y artistas que han vivido en el lugar, lo que le permitió tener una visión diferente de la colonia.

“La calle que hoy se llama Alfonso Reyes se llamaba Juanacatlá­n, donde se paraban prostituta­s. Un grupo de personas fue a pedir que a la calle de Benjamín Hill, donde vivía el escritor, le pusieran su nombre. En ese entonces dijeron que no le podían quitar el nombre de ese personaje, por lo que buscaron esa opción y así se ha mantenido hasta ahora”.

La Condesa, una de las colonias más afectadas por los sismos recientes, contaba con residencia­s en las calles de Veracruz y Mazatlán, llegó a tener un hipódromo —el circuito era lo que hoy es la avenida Ámsterdam— y a contar con innumerabl­es personajes famosos como sus habitantes. Pero ahora “el problema es que está invadida por gente que viene de otras colonias y la usa solo para tomar la copa o para comer, y no conoce la historia de donde está. Hemos olvidado todo eso y con ello, hacemos a un lado la identidad de la colonia, porque quienes viven aquí no la aman”, dice Otero Muñoz para explicar la aparición de su libro, una edición de autor que se puede conseguir en la librería Rosario Castellano­s del FCE. M

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El autor del volumen, quien ha residido durante medio siglo en el barrio al que le dedica una historia.

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