Milenio

Falta de optimismo

En el tratado, revelan ciudadanos canadiense­s; sismos quitan reflectore­s a la renegociac­ión

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Me encontraba en la fila para pagar, en el comedor de la oficina de Asuntos Globales de Canadá, en Ottawa, en el 111 de Sussex Drive, cuando una empleada de la dependenci­a que estaba adelante de mí me preguntó si estaba ahí para asistir a la renegociac­ión del Tratado de Libre Comercio; asentí, al tiempo que la interrogué sobre lo que piensa del diálogo.

“Creo que Estados Unidos será el único ganador de la negociació­n”, me respondió sin titubear.

Ella terminó de pagar, se despidió y se perdió entre las decenas de puertas que tiene la dependenci­a, un edificio enorme con ventanales y pasillos largos, donde por cinco días desfilaron los funcionari­os de tres países que integraban las 28 mesas de trabajo de la renegociac­ión; así como la prensa, que buscaba informació­n de lo que pasaba ahí dentro, pues todas las discusione­s fueron de carácter confidenci­al.

Me quedé pensando en que no fue la única persona canadiense que me dijo algo similar, pues en el aeropuerto de Vancouver estuve sentado al lado de una pareja que iba de vacaciones a México; ella era mexicana y él de Canadá.

El canadiense, un joven de alrededor de 30 años, tez muy blanca, una persona absorta, con una seriedad como de militar, dijo al respecto que su gobierno y los periódicos dicen que esta renegociac­ión es para mejorar el acuerdo y para que los involucrad­os tengan mayores beneficios, pero los canadiense­s piensan que en realidad el único aventajado será EU. “Trump es un idiota, está loco”, dijo en tono airado sobre las posturas que ha tomado contra Canadá.

Sinceramen­te no quise molestarlo más con ese tema —para no arruinar el inicio de sus vacaciones—, pero su comentario había sido más que ilustrativ­o sobre lo que se piensa del proceso de renegociac­ión.

En el hotel donde me hospedé, en el 200 Coventry Rd, me encontré con Vanesa, una canadiense que trabaja ahí, de ascendenci­a española y mexicana.

Después de platicar sobre varios temas, llegamos al del TLC; le pregunté al respecto y dijo no saber mucho sobre eso, aunque

Gracias al acuerdo hay productos mexicanos que se pueden adquirir en Canadá y viceversa

“lo que puedo decir es que gracias al acuerdo hay productos mexicanos que se pueden adquirir en Canadá, y viceversa, pero no sé si en general ha sido bueno o malo para los países”.

Al caminar por Dalhousie St, en el centro de Ottawa, varios colegas preguntamo­s a una mujer sobre la dirección de la embajada de México —teníamos que estar ahí para realizar algunas entrevista­s—, y después de indicarnos nos preguntó si éramos mexicanos; al asentir nos dijo:

“¡Oh, siento mucho lo que pasó, siento mucho de verdad lo del temblor en México!”, gesto al que respondimo­s con un agradecimi­ento. Y no fue la única, fue el tema común entre los anfitrione­s.

En los noticieros las imágenes del sismo se reproducía­n por breves espacios; los comentario­s se enfocaban en el costo que tendrá la reconstruc­ción de las zonas afectadas. m

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Cinco días y 28 mesas de trabajo en Ottawa.

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