Milenio

Los habitantes se dicen

Abandonado­s, la ayuda oficial no fluye y para una despensa esperan hasta por 10 horas

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En San Mateo del Mar el terremoto hizo más que tirar paredes, causó que la tierra se abriera y el agua empezara a brotar del suelo; el poblado se inundó y las viviendas se colapsaron.

Los pobladores dicen que han sido abandonado­s, la ayuda oficial no fluye y están desesperad­os.

Para obtener una despensa las mujeres tienen que esperar sobre la orilla de la carretera hasta por 10 horas. La primera imagen que uno ve al entrar a este municipio es la de decenas de mujeres cargando un letrero a gran tamaño que dice: “Ayúdanos por favor”.

Los que habitan aquí afirman que el mar está cubriendo el pueblo, pues el agua ha saltado de la playa a las calles, lo que provocó que más de 100 chozas estén hundidas.

San Mateo del Mar es uno de los 41 municipios afectados en Oaxaca tras el sismo del pasado 7 de septiembre. Se ubica en una pequeña península enclavada en el Océano Pacífico.

Eleazar Infante Álvarez, habitante de San Mateo, recrimina que a tres semanas de la contingenc­ia ninguna autoridad ni estatal, ni federal les haya ofrecido una explicació­n sobre lo qué pasa con el suelo.

“Como podemos ver todas las casas después del sismo se las comenzó a tragar el mar; la arena se elevó y en las grietas del suelo brota agua”, explica el joven pescador.

Eleazar tiene 26 años, su casa fue una de las afectadas la noche del 7. Durante la visita a San Mateo nos invita a pasar. Toma una pala y comienza a surcar el patio de su casa. “Pueden notar que no he escarbado ni medio metro y el agua ya brota. Mi pozo se desborda y antes teníamos que sacar agua atando la cubeta a un lazo”, dice mientras regresa la arena al hoyo.

Los habitantes cuentan que en un principio no tuvieron miedo porque pensaba que el agua regresaría a su cauce en menos de una semana; sin embrago, han pasado más de 20 días y el agua no deja de brotar.

“Como podemos ver el nivel del agua está sobre el suelo. A 10 centímetro­s ya casi tenemos el agua, esto es algo que no se vio antes”.

Al igual que en San Mateo, en la comunidad vecina conocida como Pueblo Viejo, el rugir de la tierra también agrietó la base de cemento y las paredes de las viviendas, la diferencia es que aquí el agua subió de nivel e inundó las calles y los patios.

La casa de Eleazar se encuentra a 300 metros del mar, en ésta el problema apenas comienza y el daño no es tan grave como ya lo es en la casa Jaime Valle. Un hombre que vivía apenas 150 metros del agua y quien hoy tiene que dormir en una cama soportada por tabiques.

Sus pertenenci­as están bajo el agua, apenas logró sacar su televisor y unas cuantas prendas. Mientras nos muestra los estragos que han ocasionado los sismos y la inundación en su casa pasa frente a una instalació­n eléctrica que levanta para seguir caminando. La mitad de su cuerpo está bajo el agua.

Algunos han decidido dormir en la calle, pero otros siguen habitando sus casas, a pesar de que el agua ya les llega a la cintura.

Los hombres no han salido a pescar, pues afirman que el agua está muy profunda

“Tenemos miedo de que si nos vamos a un albergue entren y se roben lo poco que nos queda, pero así como vemos las cosas yo creo ya no podremos regresar jamás. Algunos dicen que la tierra se movió y que los mares se están acomodando, si es cierto tendremos que buscar un nuevo hogar”, cuenta Jaime Valle, mientras comienza a llorar.

Los pescadores que nos acompañan durante el recorrido nos invitan a subir a una lancha, dicen que “desde el mar se ve mejor el impacto del terremoto”.

Apenas comenzamos a navegar y se aprecian decenas de estructura­s de ladrillo y cemento cubiertas por el mar, han pasado tanto tiempo bajo el agua que la maleza y el musgo ya cubren las paredes, “la inundación no deja de subir”, dice don Jaime.

Los hombres no han podido ni salir a pescar, cuentan que el agua está muy profunda, y que para ellos es un mar totalmente nuevo.

A esta comunidad de pescadores lo que un día les dio el mar hoy también se los está arrebatand­o.

Este poblado no es el único que está en tales condicione­s, quienes también han visto el agua surgir de la tierra son los habitantes de las comunidade­s de Santa María del Mar, Laguna Santa Cruz, Libertad, Espinal, Costa Rica y Juárez, todas en el municipio de San Mateo.

Al regresar a tierra un pescador se acerca y señala el techo de una palapa. Se llama Eleuterio González, me mira y dice: “Ese techo de palma que ve a 100 metros era el techo de una cocina que teníamos los pescadores, a 100 metros de esa palapa estaba el mar, hoy ya rebasó ese límite, avanzó al menos 200 metros y no sabemos qué viene. m

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Acusan la falta de apoyo de las autoridade­s federales y estatales.

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