De Molotov a chinampina
Cuando hace 20 años apareció
¿Dónde jugarán las niñas? de Molotov, el furor que causó estuvo más o menos justificado. Para la escasa calidad que en general tenía el rock que se trataba de hacer en México a fines de los 90, el grupo presentaba una combinación de rap con rock pesado que si bien no era tan novedoso en el mundo de habla hispana (algo similar y de mejor nivel ya lo hacía en España el grupo Def Con Dos), cuando menos resultaba distinto para el medio local.
Fue un disco bastante aceptable que el cuarteto mexicano jamás consiguió superar, a pesar de todos los álbumes posteriores que produjo, lo cual no obstó para que a partir de entonces sus integrantes adoptaran la pose de divos y superestrellas. Pero ese es un síndrome que padecen incluso otros músicos del
rockcito nacional que ni siquiera han grabado un disco mediano.
La novedad es que Ismael Tito Fuentes, uno de los miembros de Molotov, acaba de lanzar dos canciones para lo que será un álbum como solista llamado
El ocaso y que después de escucharlas me llevan a la conclusión de que lo mejor habría sido no sacarlas a la luz, porque sí así va a estar todo el plato...
“Ya mami (el imbécil de la moto) y “Nos quieren (apañar)” son dos composiciones inenarrables que hacen sonar a “Voto latino” y “Puto” (de aquel primer disco de Molotov) como sonatas de Beethoven.
Musicalmente pobres, sin el más elemental sentido armónico o melódico, con letras limitadísimas que riman con verbos en infinitivo (“Nos quieren apañar / Nos van a emparedar / Nos quieren azotar y se la van a pellizcar” dice la segunda en su parte más poética, en medio de una música que parece imitación de System of a Down), ambas piezas resultan tan limitadas y anodinas como el 99 por ciento de la producción cancionera de nuestro rockcito, con el agravante de ser pretenciosas y humorísticamente fallidas. Me dicen que llevo años de llamarle
rockcito al rockcito. Pero, frente a cosas como estas, ¿hay alguna otra forma de llamarlo?