Lo que no dijo el rey de España
Yo nunca he vivido en una monarquía. Supongo que la mayoría de quienes hoy leerán esta columna tampoco. Pero en tiempos recientes esa añeja institución —donde la hay— ha servido, gracias a su carácter permanente y alejado de los dimes y diretes de la política cotidiana, como un unificador. Una institución que convoca a la calma, al diálogo y al entendimiento.
Ayer, el rey de España habló a los españoles sobre la crisis catalana.
Defendió, como supongo le tocaba, a las instituciones del Estado español para “asegurar el orden constitucional”, aceptó la gravedad de la situación y quiso mandar un mensaje de esperanza. Fue especialmente duro con quienes hoy gobiernan Cataluña, a quienes acusó de haber “quebrantado los principios democráticos de todo estado de derecho”.
No tuvo, sin embargo, una sola palabra sobre la actuación de la policía el domingo frente a un evento que, según el mismo gobierno español, no era más que una simulación sin consecuencia legal alguna. Pero faltó algo más. Particularizó en su mensaje, entre los catalanes que no están de acuerdo con el gobierno de la Generalitat: “Sé muy bien que en Cataluña también hay mucha preocupación y gran inquietud con la conducta de las autoridades autonómicas. A quienes así lo sienten, les digo que no están solos ni lo estarán; que tienen todo el apoyo y la solidaridad del resto de los españoles, y la garantía absoluta de nuestro estado de derecho en la defensa de su libertad y de sus derechos”.
Y luego: “Y al conjunto de los españoles, que viven con desasosiego y tristeza estos acontecimientos, les transmito un mensaje de tranquilidad, de confianza y, también, de esperanza”.
No tuvo, sin embargo, un solo gesto para los millones que votaron por la independencia.
Escribió en Twitter la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau: “Ninguna solución. Ninguna mención a los heridos. Ninguna apelación al diálogo”.
Menciono a la alcaldesa porque todavía el lunes dijo que le parecía un “error” la declaración unilateral de independencia que pretende hacer la Generalitat. Que lleva mucho tiempo apelando al diálogo. Que en abril dijo con claridad que “nunca ha sido nacionalista ni independentista, porque piensa en un mundo global y carente de fronteras”.
Más allá de los líderes de la Generalitat, hay millones de ciudadanos en Catalunya que han votado por lo que han votado, más de una vez. Supongo que ayer, ignorados en el discurso del rey, se sintieron menos españoles. M