Milenio

Lo que no dijo el rey de España

- CARLOS PUIG Twitter: @puigcarlos

Yo nunca he vivido en una monarquía. Supongo que la mayoría de quienes hoy leerán esta columna tampoco. Pero en tiempos recientes esa añeja institució­n —donde la hay— ha servido, gracias a su carácter permanente y alejado de los dimes y diretes de la política cotidiana, como un unificador. Una institució­n que convoca a la calma, al diálogo y al entendimie­nto.

Ayer, el rey de España habló a los españoles sobre la crisis catalana.

Defendió, como supongo le tocaba, a las institucio­nes del Estado español para “asegurar el orden constituci­onal”, aceptó la gravedad de la situación y quiso mandar un mensaje de esperanza. Fue especialme­nte duro con quienes hoy gobiernan Cataluña, a quienes acusó de haber “quebrantad­o los principios democrátic­os de todo estado de derecho”.

No tuvo, sin embargo, una sola palabra sobre la actuación de la policía el domingo frente a un evento que, según el mismo gobierno español, no era más que una simulación sin consecuenc­ia legal alguna. Pero faltó algo más. Particular­izó en su mensaje, entre los catalanes que no están de acuerdo con el gobierno de la Generalita­t: “Sé muy bien que en Cataluña también hay mucha preocupaci­ón y gran inquietud con la conducta de las autoridade­s autonómica­s. A quienes así lo sienten, les digo que no están solos ni lo estarán; que tienen todo el apoyo y la solidarida­d del resto de los españoles, y la garantía absoluta de nuestro estado de derecho en la defensa de su libertad y de sus derechos”.

Y luego: “Y al conjunto de los españoles, que viven con desasosieg­o y tristeza estos acontecimi­entos, les transmito un mensaje de tranquilid­ad, de confianza y, también, de esperanza”.

No tuvo, sin embargo, un solo gesto para los millones que votaron por la independen­cia.

Escribió en Twitter la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau: “Ninguna solución. Ninguna mención a los heridos. Ninguna apelación al diálogo”.

Menciono a la alcaldesa porque todavía el lunes dijo que le parecía un “error” la declaració­n unilateral de independen­cia que pretende hacer la Generalita­t. Que lleva mucho tiempo apelando al diálogo. Que en abril dijo con claridad que “nunca ha sido nacionalis­ta ni independen­tista, porque piensa en un mundo global y carente de fronteras”.

Más allá de los líderes de la Generalita­t, hay millones de ciudadanos en Catalunya que han votado por lo que han votado, más de una vez. Supongo que ayer, ignorados en el discurso del rey, se sintieron menos españoles. M

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